El universo creativo de Maya Hansen abraza el cuerpo de la mujer con delicados y elaborados corsets, costuras cargadas de sensualidad, vuelve a las pasarelas -tras un corto retiro por maternidad- con Birth, su colección “más auténtica” y en la que vuelve a sus raíces. “A la Maya Hansen de los inicios”, según ella misma a señalado.

 

La diseñadora madrileña, de padre argentino y madre danesa, trata de desarrollar una línea deprêt à porter con piezas más “comunes”, pero la pasarela y sus clientas le piden la prenda que elabora con el mimo de los corseteros de antaño. “Si no hay corsé no hay Maya Hansen”, dijo en entrevista.

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Sus piezas se pegan al cuerpo de la mujer como un guante, y además de la tela, incorporan una media de 33 varas de acero.

 

Contra la creencia generalizada, el corset “no tiene nada que ver con un body (corpiño)”, precisa.

 

 

 

 

El cuerpo nota perfectamente la diferencia entre uno y otro. El corset se ajusta al cuerpo, te sujeta, cuando te doblas vuelve a su forma, un body (corpiño) lo aguantas toda una noche

 

Aunque también avisa: el primer contacto del cuerpo con este tipo de prendas no es amor a primera vista.

 

“Es como unas botas de piel, tienes que domarlas, pero en cuánto te ves con él puesto lo primero que piensas es “¡Vaya!, ¿Esta soy yo?”.

 

Descubrió la costura corsetier en una tienda de Berlín de “corsets de verdad”, se probó uno y notó la diferencia con todo lo que había visto hasta entonces.

 

El descubrimiento conjugó a la perfección con su predilección por las prendas “complicadas”, con peso y “muy estructuradas”. El corset fue desde entonces su objetivo.

 

Toque lencero

 

Para esta nueva colección, con “un toque más lencero” que las anteriores, aprovechó su etapa de maternidad como fuente de inspiración, relató la diseñadora que se refiere a sí misma como “diseñadora corsetier”.

 

“He tratado de expresar los conceptos de dentro y fuera, el contraste entre lo bonito de esperar una nueva vida y lo duro de los cambios fisiológicos, el exterior y el interior”, desgrana Hansen, cuyo trabajo fue reconocido con 2010 con el premio L’Oreal a la mejor colección novel de Cibeles.

 

“Esta es la más auténtica de mis colecciones y en la que menos me importa lo que me diga la gente, con la que siempre he soñado, solo me ha importado que la prenda me guste a mí”, señala una creadora que tras los desfiles lee las críticas “buenas y malas”, pero reconoce que le interesa más la cuenta de resultados a final de año.

 

Éxito en aumento

 

Es una de las diseñadoras a la que mejor le va en el plano económico. Vende más de la mitad de su producción en el extranjero, y tras participar en la última edición de la feria de lencería de París, consiguió tres nuevos puntos de distribución: Líbano, Kuwait, China, que se suman a países como Japón, Polonia o Francia.

 

Aunque su clienta más famosa es Lady Gaga, parte del grueso de sus encargos proviene en gran medida de mujeres anónimas, “que buscan algo diferente” para su traje de novia u otras ocasiones especiales.

 

“Hasta hace 5 ó 6 años mis clientas eran superalternativas, pero cada vez viene gente más variada, desde los 25 a los 50 años. Suelen ser inconformistas y tienen más conocimientos de moda que antes”, explica sobre la evolución del consumo en los últimos años.

 

Cada pieza requiere varias horas de trabajo -dependiendo de los materiales empleados-, aunque le llevó años desarrollar los patrones que hoy en día utiliza y que colección tras colección incorporan modificaciones. NS