El próximo 17 de octubre conoceremos a la que será la Capital Española de la Gastronomía (CEG), de acuerdo con el concurso que desde 2011 realiza el sector restaurantero y hotelero, junto con los medios de comunicación y las autoridades españolas. Esta iniciativa, impulsada originalmente por la Federación Española de Hostelería (FEHR) y la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET) surgió con la finalidad de promover, a nivel nacional e internacional, la gastronomía como uno de los principales atractivos para el turismo en España.
Dicha designación reconoce a la ciudad que destaca por su calidad gastronómica a todos los niveles, desde la creatividad de los profesionales hasta la riqueza de sus productos y denominaciones de origen.
En 2012 Logroño fue reconocida. En 2013, Burgos ostentó este título, proponiendo, como advierten los organizadores, “una aventura culinaria que se estructura en torno a cuatro grandes temas: la cultura, el placer, la naturaleza y el viaje. Esta promoción ayudó para que, entre otras cosas, el New York Times eligiera a Burgos como el ‘Mejor destino de España en 2013’ y el 25 del mundo”.
En 2014, Vitoria-Gasteiz ha sido merecedora del reconocimiento, considerando, como advirtió en su momento el secretario del jurado Pedro Palacios, “el indiscutible prestigio y calidad de la cocina vasca, a la que se rinde homenaje con esta elección”; así como el apoyo a la candidatura de algunos de sus máximos representantes, como Juan Mari Arzak y su hija Elena, Pedro Subijana y Martín Berasategui, entre otros.
“Las ciudades ganadores han visto cómo se convertían en centro turístico de interés, incrementando el número de visitantes, tal como reflejan las estadísticas. Es el mejor balance: más turistas y más promoción para la ciudad elegida”, dice Mariano Palacin, presidente de la FEPET.
“La oferta gastronómica de nuestros bares y restaurantes es una de las razones más poderosas que animan a que nuestros visitantes vengan a descubrir España, ya que la cocina les permite vivir una experiencia única e inolvidable”, añade por su parte José María Rubio, presidente de la FEHR.
La relevancia de este certamen confirma nuevamente una situación que se refuerza año con año: El turismo gastronómico destaca como una de las principales tendencias en la industria de los viajes. De acuerdo con Skift, empresa dedicada a la investigación sobre tendencias en el ramo, este segmento es una de las ramas principales de turismo en los últimos años y una de las áreas de mayor crecimiento de los viajes especializados.
“El turismo gastronómico es uno de los que más crecimiento ha experimentado en los últimos años. Ya hay incluso compañías que organizan viajes alrededor del mundo centrados básicamente en la producción y el consumo de alimentos”, precisa Skift.
El consultor José Cantero advierte que “más de 6 millones de turistas viajan a España por motivos gastronómicos. Madrid está apostando por captar a este turista que demanda experiencias turísticas menos convencionales”.
En su estudio “La gastronomía como una motivación para viajar”, Tomás López-Guzmán y Sandra María Sánchez Cañizares destacan que la gastronomía se está convirtiendo en uno de los factores clave de atracción tanto para definir la competitividad de los destinos turísticos como para la promoción de los mismos. Enfocados al punto específico de Córdoba, España, como destino de esta índole, resaltan que los principales resultados de su estudio reflejan el alto nivel educativo de los turistas, la mayor duración de su estancia en la ciudad y el elevado grado de satisfacción, tanto con la cocina autóctona como con el resto de los recursos turísticos de la ciudad.
En septiembre de 2013 se realizó en Suecia la Cumbre de Turismo Gastronómico, organizada por la World Food Travel Association (WFTA), nuevo nombre que la Internacional Culinary Tourism Association (ICTA) tomó casi 10 años después de su fundación, en línea con las transformaciones que se han dado en el sector. Uno de los puntos relevantes de este encuentro fue la presentación de una serie de ponentes y actividades destinadas a brindar muchas ideas y enlaces a las áreas productivas directamente vinculadas con el tema.
Por lo pronto no habrá que olvidar la premisa que Carlo Petrini, presidente internacional de Slow Food, recalcó durante su visita a Morelia, México: “Antes que en carreteras, en hoteles y en restaurantes, pensemos primero en el campo y sus productores, para hablar de verdaderos beneficios del turismo gastronómico”.
En busca de experiencias
En su artículo “Culinary Tourism Gives Travelers A True Taste Of A Culture”, publicado en The Hartford Courant, Korky Vann hace una interesante reflexión en torno a las culturas gastronómicas y su importancia en la definición de experiencia para los viajeros, aún más allá de definirse como foodies o turistas enfocados en los temas alimentarios.
“Cuando estaba en la universidad, pasé un verano mochilero por Europa alojándome en albergues estudiantiles, viajando con Europass y comiendo en pequeños sitios (léase, baratos). Junto con mis amigos, pude probar los calamares en su tinta, en España; salchichas con puré, en Inglaterra; así como cassoulet, en Francia.
“Los platillos me eran desconocidos, pero las personas que los prepararon y sirvieron eran simpáticos, amables y orgullosos de sus preparaciones. Comer sus guisos me enseñó más acerca de los lugares que he visitado que la mayoría de los monumentos que vi en el camino.
“Aunque yo no lo sabía en ese momento, mis experiencias fueron la esencia de lo que ahora se conoce como ‘turismo gastronómico’: conocer países y culturas a través de los alimentos”.
Destaca que actualmente los viajeros tienen hambre de auténticas experiencias prácticas: alojamientos únicos, guías locales, visitas a granjas locales, bodegas y queserías; al igual que la interacción con las personas que producen los alimentos.
Agrega que este hecho no pasó inadvertido para diversas empresas como Whole Journeys, que el año pasado puso en marcha itinerarios completos, ofreciendo vivencias a foodies de estómago, mente y corazón en lugares como Capadocia, Provence o Shangri-La, entre otros, aduciendo a la fama o el exotismo de dichos destinos.
Kathy Dragon, directora ejecutiva de la empresa, refiere en el artículo de Vann: “Hemos hecho un gran trabajo de investigación y encontramos que la comida siempre ha sido un elemento básico de conexión entre las personas. Asimismo, se encontró que la gente quiere experiencias auténticas, no pre-empaquetadas. Desarrollamos tours que se centran en la cultura y las tradiciones alimentarias en diferentes países, con la posibilidad de interacciones espontáneas con las personas que mejor conocen los alimentos”.
El reporte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) destaca que 25% de los turistas consideran a la comida al momento de decidor su viaje y el 58% está interesado en realizar un viaje gastronómico, indica Antonio Montecinos, autor del libro Planificación de Turismo Gastronómico Sostenible.
Ostentar la gastronomía local, y todo lo que la estructura y lo que conlleva, como la base de una propuesta turística, ya no es una temeridad, contando con los fundamentos necesarios. Para el caso de México, ya no es sólo una necesidad, sino hasta una obligación.
Como advierte Eric Wolf, presidente de la WFTA, el caso de nuestro país “es único, y es sabida la alta estima que tiene en el mundo por sus expresiones culinarias. Todo es cuestión de estructurar y promover ese gran tesoro turístico”.