El crecimiento de la startup Uber, una aplicación que sirve para reservar autos con chofer, es imparable ya que el número de vehículos crece a un ritmo de 20% semanal. Esta empresa de origen norteamericano que opera en más de 120 ciudades en el mundo, incluida la Ciudad de México, cuenta con más de ocho millones de usuarios.

 

En México son cerca de 200 choferes los que forman parte de esta flota de Uber, que inició actividad en nuestro país hace apenas un año. Aunque de momento no ha tenido problemas con los taxistas tradicionales, parece que no lo van a tener fácil puesto que, por ejemplo, una decisión judicial en Alemania les ha puesto el alto, en concreto a los que dan servicio de bajo costo, con una multa de 250 mil euros y penas de cárcel en caso de incumplimiento; y fueron las asociaciones de taxistas las que denunciaron a Uber en su versión Pop (servicio de bajo costo que conecta a pasajeros y conductores), argumentando que sus choferes no tienen los permisos ni los seguros para realizar la actividad.

 

La reacción de estas asociaciones se ve lógica ya que hasta ahora tenían un control sobre la oferta, pero Uber no ha hecho otra cosa más que aprovechar la tecnología para operar un servicio con personal subcontratado en condiciones favorables para ambos. Los únicos requisitos que piden a los conductores es que tengan la licencia para transportar viajeros, y no los registra como taxistas sino como vehículos de alquiler con conductor, que los clientes pueden evaluar y eso los obliga a ofrecer un servicio de calidad.

 

Con lo anterior, podría llegar el momento en el que los usuarios incluso se planteen abandonar su auto por el costo anual de mantenimiento que les implica, para sustituirlo por el servicio de Uber. Ya desde hace tiempo el CEO de Uber, Travis Kalanick, dijo que su servicio de transporte a demanda reemplazaría la propiedad de automóviles por completo, ya que ser dueño de un coche era un pasivo financiero enorme e innecesario.

 

La revolución digital presenta opciones de aprovechar las nuevas oportunidades o cerrarlas. La asociación de taxistas tradicionales en Alemania, que han pagado un alto precio por sus licencias, asumen que las reglas deben cambiar. Por otro lado, las autoridades también deben asegurar que haya diferentes modelos de negocio, siempre y cuando exista la protección de los pasajeros y sus conductores. Los derechos que hay que proteger afectan a ambas partes.

 

Los viajeros para nada se ven favorecidos por un sistema en el que las licencias son restrictivas, caras y negociadas, y sólo beneficia a los taxistas que ya las tienen. Si Uber representa un peligro para los usuarios, es una pregunta que puede ser respondida por ellos mismos. En el caso de México, es evidente que el tema de la seguridad es básico por lo que a los conductores asociados a Uber les hacen exámenes de control de confianza.

 

Si hay que velar por la seguridad del usuario, no hay estudios que revelen una mayor siniestralidad en los autos de Uber que en los taxis tradicionales. El hecho de que no tengan una licencia de taxista no les exime de tener un seguro para sus pasajeros. Otra de las cuestiones por las que se les acusa es de fomentar la economía informal o sumergida, pero sucede todo lo contrario ya que al registrar su actividad en una aplicación ya no es posible que caigan en esta categoría. Es más, podría generarse más economía informal con un taxista tradicional que con un conductor de Uber.

 

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Por lo tanto, parece más un berrinche para detener la entrada de nuevos competidores que otra cosa. Lo que está en juego es la validez del sistema de licencias cuando realmente lo que le interesa al usuario es seguridad y calidad en el servicio. En México existen también servicios similares como Easytaxi, Taxibeat y Yaxi. Aquí, este tipo de servicios ha sido muy bien recibido. Es como sustituir al taxi de sitio por uno al que se le puede seguir por GPS y con un valor agregado de servicios.

 

De momento, aquí los taxistas tradicionales no han llegado a los tribunales por Uber, conocida como la aplicación que molesta a taxistas en el mundo, quizás por el escaso corporativismo que tiene el gremio.