Into the Storm (Dir. Steven Quale)
Quienes rondamos la medianía de los 30 años, acudimos a Into the Storm (En el Tornado, por su título en español) con la esperanza de ver un remake de Twister (Tornado, 1996), cinta dirigida por Jan de Bont (el mismo de Speed, 1994), con Helen Hunt como protagonista y un joven Phillip Seymour Hoffman en papel secundario pero memorable como desbocado asistente de un grupo de “caza tornados”.
Aquel filme fue uno de los primeros hits de la era 100% digital de los efectos por computadora y para nuestro país guarda un significado aún más importante: Twister –junto con Día de la Independencia– fueron los blockbusters veraniegos que inauguraron la primera gran cadena de cines tipo multiplex en la Ciudad de México.
Pero no es la nostalgia o el homenaje lo que impulsa a Into the Storm, esto más bien es un fallido intento por capitalizar el renovado culto al cine de desastres impuesto por Sharknado (Ferrante, 2013), la popular cinta tipo B creada para la cadena de televisión SyFy cuyo éxito sólo tiene comparación con lo increíblemente estúpido de su premisa: un tornado arrastra consigo a cientos de tiburones que llegan volando a la ciudad de Los Ángeles, devorando, literalmente, todo lo que encuentran a su paso.
En el Tornado intenta ser una versión más sofisticada y “seria” de Sharknado, tomando mucho de la premisa original de Twister y revistiendo todo el numerito con una solemnidad pseudocientífica que al final resulta en un ridículo mayor.
Con una total falta de estrellas reconocibles (pecado mayor pensando en que ello sería una condición sine qua non para que una película de desastres funcione), Into the Storm narra el periplo de Pete (Matt Walsh) un documentalista en búsqueda del tornado perfecto para ponérsele enfrente y retratar “el ojo del huracán”, cosa que supuestamente nadie ha logrado.
Pete cuenta con un equipo de asistentes liderado por la científica del grupo (¿por qué en las películas las científicas siempre están bien guapas?), Allison (Sarah Wayne Callies), un par de camarógrafos y un poderoso vehículo llamado Titus, especie de tanque blindado que en efecto es usado en la vida real para la investigación de estos fenómenos meteorológicos.
Al tiempo, el genérico pueblito de Silverton será azotado por tremendos tornados que dejarán hecho trizas el lugar. Gary (Richard Armitage), papá soltero y director de una escuela local, rescata a todo el alumnado excepto a su hijo, que se encuentra extraviado, lanzándose así en una misión suicida para encontrarlo.
Si algo nos enseñó Twister es que un fenómeno como el tornado resulta más impactante no por los millones de bits que inviertas en las imágenes sino por el diseño de audio, que debe volverse un personaje por sí mismo, feroz y envolvente a los oídos del público. En el Tornado pasa de lado esa lección y mete todo el presupuesto en imágenes de CGI que si bien resultan correctas, ya no sorprenden a nadie.
Las deficientes actuaciones y las muchas tonterías del guión hacen imposible que como público conectemos con los personajes, al grado que en no menos de 20 minutos de iniciada la cinta quisiéramos que el tornado se llevara a todos de una buena vez.
Para colmo, el director Steven Quale (mal aprendiz de James Cameron) insiste en esta pseudomoda del found footage donde casi todas las imágenes del filme provienen de alguna cámara propiedad de los personajes, quienes insistentemente graban todo desde sus celulares. Un torpísimo guiño a la generación YouTube que no hace sino volver aún más monótono el asunto.
Sorpresivamente, En el Tornado fue la película más taquillera del fin de semana pasado en nuestro país, recaudando $48.3 millones de pesos. ¿Cómo explicar que este desastre de película genere tal lluvia de dinero? La taquilla, como el clima, a veces es impredecible.
Into the Storm (Dir. Steven Quale)
1 de 5 estrellas.