Si usted ha ido recientemente al supermercado se dará cuenta que los incrementos en los precios no es un asunto de imaginación colectiva. Los precios de buena parte de los productos, especialmente los básicos, efectivamente suben a una velocidad preocupante para el ingreso de la mayoría de la población.

 

Hago constar que soy de los que acude regularmente a hacer compras al súper desde hace unas dos décadas así que puedo identificar con cierta facilidad los precios de los productos de uso regular en una familia de clase media.

 

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Los resultados hablan por sí solos. Con todo y las campañas de precios bajos, de comparativos de precios entre tiendas o de ofertas de algunos productos específicos, los incrementos “hormiga” en los precios saltan a la vista de cualquier consumidor con cierta experiencia.

 

Productos como la carne de res y cerdo, pollo, pescado, leche, huevo, pan de dulce, pan de caja, carnes frías, quesos, alimentos enlatados, atún, café, infusiones, mermeladas, artículos de tocador, de limpieza, medicamentos y muchos otros han incrementado sus precios sostenidamente mes tras mes.

 

Pero los precios que se encuentran en el súper no son los únicos que han aumentado preocupantemente. También agregue a la lista anterior las gasolinas, las tarifas eléctricas y las colegiaturas, por mencionar algunos que son significativos en el gasto familiar promedio.

 

Lo que ocurre es que el incremento de precios se da a través de dos vías: Por la vía directa, es decir, aumentos en precios sin modificación del producto en calidad, peso y presentación. Y por la vía indirecta, manteniendo artificialmente el precio pero modificando el producto en peso, calidad y/o presentación. Esto viene ocurriendo desde hace tiempo en productos como el bolillo y la telera o el pan de dulce que se expenden en los supermercados al mismo precio pero con una menor calidad en los ingredientes y un menor peso. También ocurre en productos básicos envasados, ahora en presentaciones más pequeñas como arroz o frijoles con 900 miligramos, en lugar de un kilo, para mantener artificialmente el precio.

 

Es cierto que los encuestadores y analistas del INEGI encargados de la medición de los precios en todo el país, han registrado consistentemente esta alza. En el más reciente reporte sobre precios del martes 9 de septiembre dieron a conocer que los precios de los productos agropecuarios y aquellos que determina el gobierno (gasolinas, electricidad, entre otras tarifas que fija el sector público) crecieron 0.83% en agosto -más del doble de la inflación general- y 6.73% en términos anuales, muy por encima de la inflación general. El mismo reporte del INEGI dio cuenta que los precios de los productos que conforman la canasta básica se incrementó 5.04% entre agosto pasado y el mismo mes de 2013.

 

Pero esta presión de precios que afecta a la mayor parte de la población no es nueva. En los últimos cinco años la inflación general en promedio mensual fue de 0.32%, pero el incremento mensual promedio de los precios de la canasta básica fue de 0.38%, de los productos agropecuarios de 0.43% y de los energéticos (gasolinas y electricidad que fija el gobierno) fue de 0.55%. Es decir, que el incremento de los precios que fija el gobierno fueron 72% más elevados que la inflación general en los últimos cinco años. Un dato muy preocupante.

 

Así que por los resultados observados en los precios de la canasta básica -además de los incrementos en los precios internacionales de los productos agropecuarios- mucho ha tenido que ver la política de precios del gobierno -especialmente en gasolinas y electricidad- en la erosión del poder adquisitivo de la población y en lo que hemos llamado “la inflación del súper” que afecta a la mayor parte de la población en México con ingresos de hasta cinco salarios mínimos.

 

Claro que muchos -como yo- seguimos pensando que “la inflación del súper”, que semana a semana pagamos los consumidores en todo el país y que erosiona nuestro poder de compra, no se registra en su totalidad en los fríos índices de precios que cada quincena se dan a conocer.

 

Pero esa es otra cuestión.