El terrorista más buscado de “El Príncipe”, Samy Khalil (Abdu, en la serie), hijo de madre asturiana y padre palestino, es en realidad un joven comprometido e inteligente que invita al mundo a no quedarse en la superficie de sus ojos azules, sino a conocerle mejor “a través de ellos”.

Le gustaría conjugar algún trabajo en moda con su verdadera vocación, la interpretación. Uno de sus diseñadores favoritos es Eduardo Rivera, y como marca de complementos se queda con Knockaround.

Su mirada celeste, un cebo para la cámara, compite con la de otros reyes de la seducción en la serie “El Príncipe”, cuyos nuevos capítulos se empezaron a rodar a principios de agosto, como Rubén Cortada y Álex González, aunque cada uno tiene su estilo: “Los seguidores dicen que Álex representa la belleza española, Rubén la latina y yo el exotismo árabe”, dice orgulloso a Efe Estilo.

IMG_3074-682x1024Vida en el teatro

El actor, de 24 años, perticipó en las obras de teatro “Fuenteovejuna” y “El señor de las moscas”, esta última una adaptación de la novela homónima de William Golding; en la versión teatral Khalil da vida al malvado Jack Merridew, la encarnación “del odio” que pone en entredicho la afirmación de Rousseau de que “el hombre es bueno por naturaleza”.

“Entiendo la vida de otra manera después de hacer esta obra”, una demostración literaria de los límites del ser humano en un contexto salvaje, afirma Khalil, un medio palestino que mira con tristeza el “asedio” de Israel contra la franja de Gaza.

“En Gaza, se violan los Derechos Humanos ante la indiferencia de la comunidad internacional”, considera.

La rabia y la impotencia se apoderan de él cuando se le pregunta al respecto, “son muchos años de ocupación y violación de los Derechos Humanos en Gaza”, argumenta muy implicado en la causa.

Y todo ello ante la indiferencia “de la comunidad internacional y de un Premio Nobel de la Paz Barack Obama”, lamenta.

Pequeños gestos 

Su gesto para cambiar el mundo, que no considera “meritorio”, consiste en colaborar con UNRWA (agencia de la ONU para los refugiados palestinos) y no duda en recurrir a la filosofía cuando se trata de justificar la valía de los pequeños gestos individuales.

“José Saramago decía que en el mundo hay dos superpotencias, una es Estados Unidos y la otra eres tú”, parafrasea el actor, quien confiesa padecer TOC (transtorno obsesivo compulsivo) desde hace un tiempo.

Marlon Brando, un referente

El teatro, el cine -pronto se estrenará su primer film, “La cosecha”- la lectura de biografías y de obras de Shakespeare y las rutas por su tierra materna, Asturias, forman parte de las pasiones confesables de este joven intérprete, a las que hay que sumar el sushi, el futbol “y los masajes en la cabeza”.

Admira al fallecido actor Marlon Brando, un espejo en el que busca mirarse por haber sido, a la vez, un “auténtico salvaje” sobre los escenarios y una persona “muy sensible” fuera de ellos.

“Brando no le daba una trascendencia mayor y superflua a la interpretación, simplemente sentía lo que hacía y estaba conectado con ello”, explica Khlalil, quien, de tener que elegir un personaje histórico con el que identificarse, se quedaría con Che Guevara.

El revolucionario poseía “un alma muy sensible“, y, además, luchó contra la injusticia, algo que Khalil, desde pequeño, nunca soportó. Aunque siente pasión por “los personajes oscuros”, sus respuestas revelan una personalidad muy transparente.

También es autoexigente, hasta el punto de considerarse “un enfermo” cuando se trata de hacer bien su trabajo.

“A veces voy por la calle repasando los textos, algunos piensan que estoy loco hablando solo”, responde Khalil. Y es que su error, reconoce él mismo, sería pensar que ya lo ha “alcanzado todo”. Con información de EFE