Tuve la oportunidad de estar en Palacio Nacional para la ceremonia del Grito de Independencia, donde la gente estuvo contenta escuchando a Belinda, a Joan Sebastian y a Lucero. Como no llovió estuvo más tranquilo, pues las familias pudieron disfrutar del evento en el Zócalo.
Sé que cuando se habla de estas cosas, siempre hay que gente que ataca y a la que le molestan estas festividades, pero haciendo a un lado los problemas sociales y rencores con los partidos políticos, les puedo decir que es una ceremonia muy bella, pues ahí nos damos cuenta de la belleza de nuestro México. No debemos olvidar nuestras tradiciones y, en medio de tanta fiesta y de poder disfrutar de la amplia gastronomía con la que contamos, vale la pena recordar el amor por nuestra nación.
En los salones se distribuyen los invitado. En el Salón de los Embajadores estaban Jaime Camil y Tony Sotres, quien se recupera de la operación que le hicieron en las cuerdas vocales; Yadhira Carrillo, siempre enamorada del abogado Juan Collado; Cynthia Klitbo, quien nos contó que se va recuperando poco a poco de la pérdida de su mami y que el trabajo le ayuda bastante para no extrañarla tanto.
También estaba Carina Ricco, quien vive en Estados Unidos. Sus hijos ya tienen 13 y 15 años y ella viaja a nuestro país para trabajar, se ve feliz y muy tranquila.
En la mesa, mientras cenábamos, estaban Alberto Peláez y su mujer, quien nos contó que lleva 30 años trabajando en Televisa, que el tiempo pasa rápido y que lleva toda una vida en la empresa; Gustavo Adolfo Infante y su esposa Vero, quienes disfrutaron del menú de degustación que incluía chiles en nogada, camarones con mole, pescado con flor de calabaza, callo de hacha al perejil y filete de carne, además de dulces mexicanos y café.
Por cierto, no dieron bebidas alcohólicas y en su lugar había aguas de jamaica con romero, tamarindo y limón con chía.
Platiqué también con la bella Graciela Mauri, quien iba enfundada en un vestido verde, muy guapa y muy delgada. También andaba por ahí Pati Chapoy, acompañada de su marido Álvaro Dávila.
Lo cierto es que gozamos de una muy bella velada, pues da gusto que la gente vaya arreglada y dispuesta a pasar un buen momento, recordando las cosas buenas que tenemos como mexicanos y, aunque sea por unas horas, olvidar tantos problemas.
Hay más… pero hasta ahí les cuento.