Cruz Azul es la viva imagen de su técnico Luis Fernando Tena. Tras perder contra el Atlas el humor se escabulló del Flaco, no risas, no bromas, sólo un rostro desencajado que combinaba a la perfección con un equipo taciturno, dubitativo, incómodo en la cancha.

 

A la mitad del torneo, La Máquina no puede rehuir de la crisis que tiene a cuestas: ocupa el lugar 15 de la tabla general, producto de 2 victorias, 3 empates y 4 derrotas, que suman apenas 9 puntos con casi el mismo plantel que hace medio año ya tenía 25 unidades a estas alturas.

 

Y la reacción no llega desde la banca. Luis Fernando mira fijamente los partidos, aplaude esporádicamente, pero no habla, no grita, no corrige el andar de un conjunto celeste que va rumbo al fracaso. Parece una réplica del torneo Apertura 2004, temporada en la que el Flaco se marchó por la puerta de atrás de La Noria.

 

Y es que hace 10 años, Tena dejó el Cruz Azul en la Fecha 10 tras ser colero general a causa de 7 puntos, producto de 2 triunfos, 1 empate y 7 derrotas. Cierto, la situación actual no es tan alarmante como aquella, pero denota la incapacidad del técnico para revertir un desastroso inicio.

 

Pese a ello, la destitución de Tena aún es tema descartado para una directiva aferrada a su último vestigio de éxito, al hombre que los coronó hace 17 años en la Liga y que hace poco les dio la Concachampions, una nostalgia que podría cobrarle factura a un equipo que luce a la deriva en los torneos que disputa, tan desahuciado como el rostro de su maquinista.