Resultaría ocioso y repetitivo hablar del América con el trillado: “Todo es culpa de Layún”. Sin embargo, el playera número 19 no se cansa de voltear una historia que hace apenas tres años era de terror. De un chico de 23 años que recibía vituperios y culpas por la mediocridad de un América que finalizó el Apertura 2011 en penúltimo lugar y con la afición volcada en insultos contra su persona, impidiéndole pasear por el centro comercial, donde la gente se burlaba de él y su familia; hoy los cuatro tantos que Layún le marcó a Santos, el viernes pasado, simplemente son un brinco más en una picota a la que aún no se le ve techo.
Con 26 años, el Miguel Layún del 2014 ya fue mundialista mexicano, es capitán de las Águilas y goleador del equipo con seis tantos (los mismos goles que ha marcado Chivas) y en la tabla de anotadores marcha segundo, como el único mexicano entre los primeros cinco puestos de los máximos depredadores.
No es que Layún vaya a pelear el campeonato de goleo o a convertirse en el centro delantero de los amarillos, ni siquiera es que se convirtiera de la noche a la mañana en goleador, pero sus seis tantos hablan de su evolución en el rectángulo de juego.
Al América llegó como un modesto lateral que compraron al Atalanta italiano. Ahí en la banda intercambió sectores. Fue puesto en la derecha y en la izquierda hasta que, en 2012, llegó Miguel Herrera al equipo a situarlo de manera fija en el sector izquierdo, a perfil cambiado. Desde entonces, su evolución siempre ha sido hacia adelante; mucho gracias a su velocidad.
Hoy Antonio Mohamed, timonel americanista, lo ha sacado de la banda y le ha asignado labores en la media cancha (alguna vez también lo hizo con el Piojo), sobre todo en la ofensiva, donde aporta frescura con su llegada, pero sobre todo con un disparo de pierna derecha que ya ha arrojado dividendos en el torneo. Y, mejor aún, le ha quitado presión a los hombres de ataque, que han encontrado en Layún un complemento perfecto de llegada por su velocidad y, ahora, su definición.
Así fue contra Santos, con Michael Arroyo y Oribe Peralta, los llamados goleadores del equipo. Llegando a línea de fondo para luego ceder al hombre que venía de atrás: Miguel Layún; quien también escaló lugares en el vestidor hasta ser elegido por sus compañeros uno de los capitanes del equipo.
Para entrar en la historia americanista, lo mejor para Layún, luego de aquel penalti del título contra Cruz Azul, es que ahora pertenece a una élite en la que aparecen nombres del calibre de Chalo Fragoso, Zague, Biyik, Luis García, Salvador Cabañas y Norberto Outes, a los que se une como anotador de cuatro tantos en un partido. Trillado o no, es culpa, de quién más, de Miguel Arturo Layún.