Apenas hace semana y media el presidente Enrique Peña Nieto buscaba convencer con datos duros a los financieros de Nueva York sobre “los resultados alentadores” de la estrategia seguida por su gobierno para combatir la inseguridad pública en México.

 

En aquella comida que le ofreció el The Economic Club of New York en el inicio de su visita a aquella ciudad, el presidente dio a conocer cifras de cómo el número de homicidios, la criminalidad y la violencia muestran ya una tendencia a la baja en la frontera norte y en el resto del país.

 

El énfasis puesto por Peña Nieto en el tema de la inseguridad pública en México con los influyentes líderes de los negocios, la industria y las finanzas estadunidenses no fue elegido al azar. Al contrario. El presidente sabe que uno de los grandes hándicaps que enfrentan las reformas que ha emprendido su gobierno en estos primeros 18 meses, es precisamente la inseguridad pública y la violencia en las calles a lo largo del territorio nacional.

 

La prensa estadunidense relata con frecuencia las noticias sobre los avances del crimen organizado a pesar de la captura de sus líderes, los asesinatos por encargo a plena luz del día, los secuestros, las historias de violencia callejera y, también, la corrupción de los funcionarios públicos que la facilitan.

 

De allí que el Presidente buscaba convencer a los capitales extranjeros de que su gobierno efectivamente está avanzando en esta lucha criminal, un asunto que es crucial para venderles las reformas económicas.

 

Y cómo no. Si los capitales estadunidenses siempre quisieron escuchar de boca de un presidente mexicano que pueden invertir en el sector petrolero en México con garantías suficientes para hacer buenos negocios. Y lo harán, si los contratos son lo suficientemente atractivos para ellos.

 

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Pero la violencia, la inseguridad pública y la corrupción en el país es un factor que le añade riesgos al negocio potencial que esperan. Y por eso Peña Nieto fue a tratar de convencerlos que su lucha en contra del crimen organizado va por buen camino; como lo intentó Felipe Calderón en su momento.

 

Pero el convencimiento no será sencillo a pesar de que parte de la prensa extranjera se haya rendido ante los cambios constitucionales logrados por Peña Nieto y su gobierno. En México la percepción sobre la inseguridad pública sigue cuesta abajo, como nos lo han mostrado los datos que ha publicado recientemente el INEGI.

 

El 58% de los mexicanos mayores de 18 años cree que la inseguridad y la delincuencia es el principal problema de su estado, por encima del desempleo y del incremento de los precios. Una tasa superior a la de 2013.

 

Y los mexicanos tienen buenas razones para pensar así. La tasa de víctimas del delito sigue creciendo. En 2014 superó 28% de la población mayor de 18 años; 1.7 puntos porcentuales más que el año pasado y 4.2 puntos por encima de la tasa registrada en 2010.

 

En algunos estados de la república, como el Estado de México, esta tasa alcanzó niveles alarmantes de 47.8%, con un crecimiento de 16.4% respecto del año pasado. En el estado del cual proviene el Presidente de la República, casi la mitad de la población mayor de 18 años ha sido víctima de algún delito. En el Distrito Federal esta tasa llegó a 33%.

 

El renglón de los secuestros es uno de especial preocupación por las cifras que acaban de darse y por sus implicaciones. El INEGI estima un crecimiento importante en el número de secuestros de alrededor de 20% en 2013.

 

El resumen es que prácticamente todas las cifras nacionales que arroja la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2014 crecieron respecto al año anterior, dejando ver un retroceso en el principal problema del país según los ojos ciudadanos.

 

¿De qué tamaño es la afectación económica para una entidad que vive del turismo como Guerrero después de los hechos violentos ocurridos recientemente en Acapulco e Iguala? ¿Cómo afectan a la economía local y a la generación de empleos las actividades del crimen organizado en Tamaulipas o en algunas zonas de Durango? ¿Qué consecuencias tienen sobre la comunidad empresarial hechos de secuestro como los ocurridos recientemente?

 

Si hacer crecer la economía es un reto electoral de corto plazo nada sencillo, aplacar los recientes golpes de violencia se ha convertido en el mayor reto inmediato del gobierno.