HONG KONG. A pesar del ultimátum dado por los manifestantes que desde hace una semana ocupan las calles de la región de administración especial en demanda de un calendario electoral, el El jefe ejecutivo de Hong Kong, Leung Chun-ying negó renunciar a su cargo y nombró a su número dos, Carrie Lam, para dialogar al sector que encabeza la protesta y frenar así la toma de edificios públicos que paralizaría la administración.
Sin embargo, luego precisó que ese diálogo sería dentro de los parámetros de la reforma electoral aprobada por las autoridades chinas.
Su comparecencia fue acogida con una mezcla de rechazo y desconfianza por parte de los manifestantes, y la Federación de Estudiantes se apresuró a pedir que el diálogo sea a puerta abierta y delante de los medios de comunicación.
El anuncio de Leung se produjo pocos minutos antes de la medianoche hora local cuando concluía el plazo dado por los estudiantes para que el responsable del gobierno local abandonara el cargo bajo la amenaza de comenzar a ocupar edificios administrativos.
Pero Leung aseguró que no piensa ceder a las peticiones de los manifestantes. “No dimitiré”, afirmó.
Mientras, en las afueras de la sede del gobierno de esta región administrativa especial china, centenares de ciudadanos recibían con abucheos las declaraciones de Leung, algunos acusándole de “comprar tiempo y no tomar decisiones”.
La comparecencia de Leung, acompañado de Carrie Lam, se produjo al final del quinto día de protestas en favor de una elección realmente democrática del próximo jefe ejecutivo de la ciudad, en 2017, que amenazan con bloquear el centro administrativo y financiero de la ex colonia británica.
La intervención de la máxima figura de Hong Kong desactivó buena parte de la tensión acumulada en las últimas horas, con el ultimátum de los estudiantes acercándose a su plazo límite, mientras que las autoridades habían advertido de “serias consecuencias” y de medidas “firmes”, contra posibles actos violentos y un uso “apropiado” de la fuerza si fuera necesario.
El movimiento Occupy Central, uno de los protagonistas del movimiento junto a la Federación de Estudiantes, señaló que la comparecencia de Leung ha permitido a las dos partes “dar un paso atrás” y reducir la tensión, aunque “sigue sin resolver” la cuestión de cómo salir de la actual crisis.
La Federación de Estudiantes respondió con una carta a Carrie Lam en la que pidió que el diálogo sea a puerta abierta, “delante del público”, y también recalcó que Cy Leung “ha perdido su integridad y cualquier legitimidad”.
Algunos grupos, más desencantados, hicieron amago de cortar algunas vías o autopistas más, pero la mayoría les contuvo con el argumento de que eso era lo que buscaban las autoridades para enviar a la policía.
Las protestas, pacíficas y ordenadas, han puesto a la reforma política de Hong Kong en primera fila de la atención mundial, lo que ha incomodado notablemente al gobierno chino, que ha visto como las fiestas nacionales del miércoles y ayer estaban dominadas por los manifestantes de su ciudad del sur.
Rebeldes pero educados
HONG KONG. La extrema limpieza es una de las peculiaridades de las revueltas de Hong Kong, cuyos jóvenes han creado un sofisticado sistema de recogida de basuras e incluso el primer mecanismo de reciclaje a gran escala en la isla.
En Hong Kong, los manifestantes no son solo estudiantes, también son basureros, repartidores de comida o limpiadores y gestores de equipos. Son “buenos ciudadanos”.
“Los hongkoneses somos así. La gente se asombra pero es que no queremos molestar al prójimo” explica Jason, un joven de 24 años que trabaja de prácticas en un instituto de secundaria.
Este veinteañero habla cerca de uno de los múltiples puestos de recogida de basura instalados en la zona de Admiralty, el corazón de la protesta, en los alrededores de la sede del Ejecutivo local, sobre cuya fachada hay pegados carteles exigiendo la dimisión del jefe del gobierno de Hong Kong, pero también pidiendo disculpas por los “inconvenientes causados”.
Los múltiples equipos de limpieza están formados por voluntarios, que se van turnando por el día y la noche, sin un horario específico, y que tratan de mantener hasta el último rincón de las calles limpio con cajas o bolsas con carteles en inglés y en chino, ante las insuficientes papeleras para la multitud que se congrega estos días, hasta cientos de miles de personas.
“Tenemos tres tipos de bolsas de basura colgadas de vallas cada 10 ó 15 metros: para latas, papel y basura general”, explica Helen Wong, de 17 años, en uno de los puntos de recogida.
Son los propios jóvenes y adultos que participan en las revueltas quienes se encargan de limpiar los desechos que generan y de llevarlos a uno de los puestos de recogida, desde donde se transportan cada mañana hasta uno de los lugares oficiales de eliminación de residuos.
Las bolsas de McDonald’s y de galletas que se acumulan en cada jornada de protesta, o las miles de botellas de agua y de toallas húmedas que se reparten constantemente para contrarrestar el sofocante calor desaparecen del espacio público de forma rápida, eficaz y ecológica.
Y es que, además de su pulcritud, los manifestantes también reciclan, una práctica todavía poco común en la isla.
Su compromiso con la limpieza de la ciudad y con sus vecinos les lleva a no pisar el césped público en las zonas donde hay protestas, a dejar notas con disculpas hacia los negocios afectados y a tratar de remediar cualquier tipo de incidente que pueda alterar el orden de la ciudad, incluso si ha sido provocado por otros.
“¿Viste lo que pasó con los huevos?”, pregunta riéndose Amy, en referencia a una escena vivida estos días en la que un hombre enfadado por los inconvenientes causados por las manifestaciones lanzó huevos a los estudiantes y estos le respondieron limpiando las cáscaras rotas.
“Nos podrán decir que somos unos románticos, que hemos perjudicado a algunos negocios -comenta la universitaria-, pero no podrán negar que somos educados”.