Los Dodgers de Los Ángeles terminaron su búsqueda de la corona de las Grandes Ligas abruptamente, aunque ante un gran rival. Pero no importa cuál haya sido el destino del equipo, lo que es una constante es el trabajo de su mejor hombre al bat, el mexicano Adrián González, el mejor del máximo circuito cuando de enviar compañeros a la registradora se trata.

 

La página web de las Grandes Ligas le dedicó un trabajo al apodado Titán, elogiando la forma en la que al paso de los años el bateador se ha mantenido en números máximos empujando carreras sin importar el equipo en el que se encuentre o el tipo de béisbol que practique. En ocho de las últimas nueve campañas, el mexicano ha logrado el número redondo de 100 o más impulsadas. Y en el único de esos años que no lo hizo, se quedó en 99 (2009), cuando bateó para un equipo al que categorizan como poco ofensivo en esos años: Los Padres de San Diego.

 

Destacan que González haya podido mantener su mismo ritmo ofensivo en tres ambientes radicalmente distintos: La relativa tranquilidad de San Diego, la novela diaria que es Boston y las enormes expectativas de Los Ángeles, donde su contrato de siete años y 154 millones de dólares es parte de una nómina de los Dodgers de más de $235 millones anuales.

 

“Yo soy una persona que nada más me enfoco en hacer el mejor trabajo posible”, le dijo González a LasMayores.com. “No me preocupo por el ambiente ni por los alrededores míos, sino tratar de trabajar diario y jugar el béisbol para divertirme diario”.

 

González encabezó las Grandes Ligas con 116 empujadas, bateó .276 con 27 jonrones, 41 dobles y un porcentaje de OPS (porcentaje de embasarse, más slugging) de 817. Slugging es sinónimo de bateo de poder, indica cuando un bateador es capaz de adelantar más de una base por batazo.

 

Además, el mexicano ha conseguido esos números aún con la aparente desventaja de ser un bateador zurdo. Resulta que la estrategia defensiva común contra ellos es cargarle jugadores del lado que teóricamente irá el batazo por su perfil, entre ellos, el segunda base que va a dar a la grama, del lado derecho. Eso pone nerviosos a los bateadores y los obliga a cambiar su golpeo natural.

 

“En mi experiencia, cuando uno trata de hacer algo para ganarle al shift (jugador con posición cambiada, en este caso, el segunda base)es cuando pierdes. Es lo que quieren que tú hagas. Quieren que tú salgas de tu juego, que pares de tratar de levantar la bola y darle para atrás, que es mi trabajo, dar dobles y jonrones”.

 

La postemporada para él terminó. Pero el mexicano estará aguardando con la garantía de su constancia, para tener una nueva oportunidad con los Dodgers el año que viene.