El descubrimiento de cuatro fosa más en Iguala y las nuevas confesiones de sicarios representan un duro golpe para el mandato del presidente Enrique Peña Nieto, señala el periódico El País, en una nota publicada este sábado.
El diario español señala que lo único que falta es la confirmación de que los cuerpos de las fosas, los cuales de acuerdo con reportes oficiales se encuentran calcinados, correspondan con los de los 43 estudiantes normalistas desparecidos desde el 26 de septiembre.
Se detalla que entre las marchas de los padres que exigen la aparición de sus hijos, las exigencias por parte de la ONU o Human Rights Watch y el requerimiento de la Unión Europea de suspender avances en un acuerdo global con México, el caso ensombrece la política nacional, a la vez que ha alertado sobre la incapacidad de las fuerzas de seguridad para combatir la violencia.
“Los nubarrones han adquirido un color político oscuro. Intelectuales y empresarios se han sumado al malestar. Y han apuntado al corazón del problema: la incapacidad de las fuerzas de seguridad de domar la violencia, lentas y torpes a la hora de detener a criminales que se permiten secuestrar y hacer desaparecer estudiantes por decenas”, expone el artículo.
El diario reporta que a pese las declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto, en donde muestra su malestar e indignación por los ataques, los cuales calificó como “un acto de barbarie”, no se han logrado calmar los ánimos de un pueblo exige justicia.
Se destaca que aunado a la desaparición de los jóvenes, surge el malestar de la matanza de 22 personas a manos del Ejército en un supuesto enfrentamiento en Tlaltlaya, Estado de México.
Subrayó que apenas este viernes, el procurador general de la República confirmó que los elementos castrenses habrían utilizado las armas de los presuntos delincuentes para darles muerte; hecho por el que están detenidos ocho militares, de los cuales, tres están acusados de homicidio.
El artículo también critica la lenta y raquítica reacción del Gobierno de Guerrero, gobernado por Ángel Aguirre, a quien describe como “un dinosaurio de modos caciquiles”, cuyo mandato ha caído bajo el imperio del narco y convirtiéndose en el país más violento del país.
Indicó que resistencia a abandonar el cargo ha aumentado la tensión, enlodado a su propio partido, el PRD, y catapultado la sensación de que “nada ha cambiado”.
MG