Peter Piot, investigador y profesor de microbiología en Amberes, Bélgica, recuerda cuando en 1976 un piloto le trajo una muestra de sangre de una monja con una misteriosa enfermedad que entonces creían era fiebre amarilla.

 

Sin embargo, las pruebas para esta enfermedad, así como la fiebre de Lassa y tifoidea, fueron negativas, por lo que comenzaron a experimentar en ratones para descubrir que se trataba de un virus mortal.

 

Según detalla en una entrevista para el diario inglés The Guardian, la Organización Mundial de la Salud los instruyó para enviar todas las muestras a un laboratorio de alta seguridad en Inglaterra, no sin antes poder revisarlo con una microscopio electrónico para descubrir que era muy grande, muy largo y con forma de gusano.

 

No tenía similitudes con la fiebre amarilla. Más bien, parecía el virus de Marburg, extremadamente peligroso que, como el ébola, provocaba fiebre hemorrágica y en la década de 1960 mató a varios trabajadores en un laboratorio de Alemania.

 

Piot fue parte del primer equipo de especialistas que viajó a Yambuku, lugar donde se originó el primer brote, para descubrir que la propagación se dio por la falta de higiene en el uso de agujas en algunos nosocomios.

 

Para el profesor el virus no representaba un riesgo, debido a que los brotes desde entonces siempre fueron aislados y breves, sin embargo, en 2014 sucedió lo que la gente llama “una tormenta perfecta”, es decir, pequeñas circunstancias individuales se combinan para crear un desastre, especialmente la falta de servicios médicos de calidad en las zonas que hoy están más afectadas.

 

El investigador asegura que uno de los principales riesgos en la actualidad es que la enfermedad llegue a grandes ciudades, donde es virtualmente imposible encontrar aquellos que tuvieron contacto con los pacientes, no importa cuán grande sea el esfuerzo.

 

Pero también coincide en que la mutación del virus, que lo pueda llevar a propagarse por el aire y crear un escenario apocalíptico, es muy poco probable.

 

 

¿Cómo se contagia el ébola?

 

 

A través del contacto con los fluidos corporales de una persona que presenta síntomas, como la sangre, sudor, vómito, heces, orina, saliva o semen. Esos fluidos deben entrar por un punto, como una cortada, un rasguño o que la persona que hizo contacto se toque la nariz, la boca, o los ojos, o que sea salpicado. Por eso los trabajadores sanitarios deben usar guantes protectores y otros equipos.

 

El virus se contagia por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. En África se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que habían sido encontrados muertos o enfermos en la selva.

 

Posteriormente, el ébola se propaga en la comunidad a través de la transmisión persona a persona, por contacto directo con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos.

 

Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y las secreciones. El virus del ébola se ha aislado en el semen hasta 61 días después de la aparición de la enfermedad en un caso de infección contraída en el laboratorio.

 

 

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AH