GIL-SCOT

 

Hay un poema de 62 años, unos 15 álbumes y 2 novelas. Un poema que caló hondo y nos dijo —entre otras miles de certezas— que la Revolución no será televisada. Un poema negro y oprimido. El más furibundo de todos. Que explotaba en las notas más sublimes de una música variopinta: en veces jazz, en veces blues, en veces soul. (Y que de paso apadrinó al Rap). Un poema que decidió olvidarse; pero no dejar de ser hasta la última letra. Un poema llamado Gil Scott-Heron.

 

Todos estaban encabronados. A Martin Luther King lo habían plomeado en Memphis en 1968, cuando el buen pastor apenas tenía 39 años.

Un puño alzado y negro fue el símbolo y el saludo del Black Power en las pinches olimpiadas de 1968, que se jugaron en una Ciudad de México entintada de sangre color tezontle. Keorapetse Kgositsile —Bra Willie de cariño—, de Sudáfrica, había escrito por esas fechas que él era “el último de los poetas” de su era antes de que llegara la revolución. Antes de que el negro tomara las armas. The Last Poets, que agarraron su nombre de la consigna de Willie, declararon que el tiempo de la fiesta y el desmadre —partying and bullshitting— veía su fin. Así decían en “When the revolution comes”:

 

When the revolution comes
Transit cops will be crushed by the trains after losing their guns and blood will run through the streets of Harlem drowning anything without substance,

La sangre de los tiras desarmados, aplastados por el tren, va a correr por las calles de Harlem; y también levantaban esta alerta, embadurnada de repulsión:

When the revolution comes some of us will probably catch it on TV, with chicken hanging from our mouths. You’ll know its revolution cause there won’t be no commercials,

 

Cuando llegue la revolución nos va a agarrar viendo la tele, con pollo colgándonos de la boca; sabrás que es la revolución porque no va a tener comerciales. Eso era 1970. En 1968 un chavito de 19 años —nacido en Chicago pero residente del Bronx— había escrito, aunque no publicado, un poema. El poema se llamaba “The revolution will not be televised”.

 

Aquí algunas de las características de la revolución según ese febril, furioso, divertido, cruel poema: no será televisada, no será llevada a usted por Xerox, no será estelarizada por Natalie Woods, Steve McQueen o Burwinkle y Julia, no le va a dar a tu boca sex appeal, no te hará ver más delgado, ni Johnny Cash ni Rare Earth van a cantar el tema de la revolución, no irá mejor con Coca y puede causar mal aliento.

 

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