TÚNEZ. Con el país inmerso en plena campaña electoral, el que fue vocero de los catorce líderes juveniles de aquella movilización social que acabó con el régimen del dictador Ben Ali, Rami Esgaier, atribuye la marginación de los jóvenes al hecho de que ese movimiento, salido de la sociedad civil, ha sido incapaz de crear un partido o una organización estructurada.

 

 
“Nuestra implicación en el activismo fue espontánea”, y en los momentos históricos de las concentraciones de la Kasba -recuerda Esgaier- los jóvenes consiguieron derribar dos gobiernos, “sin organización, con la pura fuerza de la presión en la calle”.

 

En una especie de examen de conciencia, Esgaier reconoce que, una vez alcanzado el objetivo de hacer caer al régimen de Ben Ali, los jóvenes se dispersaron y fueron los partidos políticos los que tomaron el relevo.

 

“Los medios de comunicación nos abandonaron, se centraron en los partidos, mientras ‘los niños de la revolución’ optamos por seguir siendo independientes al sentir que ningún partido nos representaba en realidad, por eso ahora menos de un 10% de jóvenes participa en listas electorales y ninguno de los líderes es cabeza de lista”, afirma con seriedad este joven de 28 años.

 

Otra decepción llegó con los programas electorales de los principales partidos, de derecha e izquierda, islamistas o laicos: “Han creado lemas electorales sin tener en cuenta los verdaderos problemas de la juventud: el paro y la justicia social, que originaron las revueltas sociales, no están en los programas políticos ni hay planes concretos para combatirlos”.

 

Esgaier apunta además otro factor que explica el desapego de los jóvenes: “Ningún partido político es capaz de realizar una verdadera democracia, (porque) no aplican la democracia en su seno”, y puso como ejemplo al dirigente del izquierdista Frente Popular, Hama Hamami, a la cabeza de su partido desde 1986.

 

“Somos demócratas, creemos en el Estado de derecho, pero esta clase política antigua y patriarcal no es la que puede llevar a cabo la democracia real”, subraya.

 

Un reciente informe del Banco Mundial y del Centro para la Integración en el Mediterráneo titulado “Superar los obstáculos a la integración de los jóvenes” está en la línea de las quejas juveniles.

 

Producto de un análisis de datos cuantitativos, sondeos y una investigación profunda, el informe afirma concluye que “la participación de los jóvenes en la política sigue siendo limitada, continúan asumiendo elevados niveles de paro y no son consultados sobre los problemas que les afectan”.

 

Desde el punto de vista de las mujeres tunecinas, la situación tampoco pinta mejor.

 

Según dijo a la Agencia EFE la activista y abogada Hela Ben Salem, de 27 años, la participación de la mujer en las listas electorales para las legislativas no alcanza el 50% exigido por la ley electoral y sólo un 12% de cabezas de lista son mujeres.