PARIS. La película de terror “Annabelle”, estrenada el pasado 8 de octubre en Francia, ha tenido que ser retirada de varios cines por los altercados que se producían durante su proyección, a la que acudía un público mayoritariamente adolescente.
La cinta en la que John R. Leonetti narra cómo una muñeca poseída traumatiza a los miembros de una familia, que en una semana fue vista por casi medio millón de personas, ha sido desprogramada en distintas salas de Marsella, Estrasburgo y Montpellier.
A los habituales gritos que acompañan este tipo de películas se han sumado en este caso lanzamiento de palomitas, insultos entre los espectadores y peleas que acabaron con asientos arrancados o deteriorados.
“Por motivo de incidentes, la película no será proyectada en nuestro cine hasta nueva orden. Gracias por su comprensión“, se podía leer en carteles colgados en un cine de Estrasburgo y difundidos por las redes sociales.
“Es una película que atrae a jóvenes de entre 12 y 15 años, histéricos e incontrolables. Se dicen cosas en la sala, empujan a los clientes y se pelean fuera. Van más para liarla que para ver la película”, afirma en el diario Le Monde Frédéric Perrin, director del cine Prado de Marsella, uno de los que han anulado sus sesiones.
Como medida alternativa a su desprogramación, varias salas han apostado por reforzar la seguridad durante sus proyecciones, con un mayor número de agentes o con la decisión de que algunos estén presentes durante la película.
“Paranormal Activity 4” provocó en 2012 reacciones similares y los medios no han tardado en intentar analizar el porqué de la repetición de este fenómeno.
Para el psiquiatra Stéphane Clerget, interrogado por la emisora Europe 1, algunos de esos espectadores adolescentes “gestionan muy mal su angustia o están mal educados y acaban cayendo en la violencia”, mientras que otros, simplemente, se aprovechan del caos generalizado para “dejarse llevar”.
El hecho de que la película haya sido anunciada en radios y otras emisiones vistas por ese tipo de público contribuyó también a que las salas se hayan llenado de gente en esa franja de edad, y que además en estas se haya visto sobredimensionada la presión grupal.
“Para el adolescente, de naturaleza inquieta y que vive en un cuerpo en transformación, el cine de terror funciona como un espejo. Ve en él sus propias angustias. Y, algo nuevo en el caso de ‘Annabelle’, es libre de expresar sus emociones porque está rodeado de semejantes que no le juzgan”, concluye el psiquiatra.