Hace ocho años, Cecilia de la Cueva tomó la decisión de dedicarse al teatro cuando recibió una llamada que le cambió la vida: había sido seleccionada para formar parte de la puesta en escena en México de Los Productores.
Ahora, da vida en escena a uno de los personajes más icónicos no sólo de Wicked, sino de toda la historia de El Mago de Oz: Glinda, la bruja buena del norte. En entrevista, De la Cueva comparte la experiencia que le ha dejado ser la buena de la historia.
¿Qué te ha dejado Wicked en este año?
Me ha dejado un crecimiento personal tremendo, que no creí que existiera, que ni siquiera pensé. Me deja claro que las metas y los límites te los pones tú, y me deja una amistad muy bonita.
¿Has cambiado como persona?
Sí, antes era mucho más insegura. A veces es difícil confiar en uno mismo y siento que un año después me siento segura de mí misma, me tengo mucho más respeto a mí y a mi trabajo, porque te das cuenta de que cumplir un sueño que tienes te requiere de todas las fuerzas, toda la energía y todo tu amor y corazón para llevarlo a cabo.
Además, te voy a platicar algo: Durante toda mi vida sufrí de bullying, era como Elphaba debido a que era muy alta, tenía lentes, era rara, me gustaba cantar, estaba en todas las actividades… pero era muy penosa. Tenía toda la pena del mundo, no tienes idea de cómo era. Y comienzo a hacer teatro porque no me gustaba ser así.
Cuando descubrí un taller de teatro, quedé enamorada de él porque me di cuenta de que había un grupo de personas que estaban igual de locas que yo, que les gustaba lo mismo y que te aplaudían lo que hacías: cantar, desinhibirte, todo lo que yo había querido.