CIUDAD DEL VATICANO. El Papa Francisco declaró hoy a su predecesor, Pablo VI, como beato y recordó que él pidió a la Iglesia católica “adaptar las vías y los métodos a las crecientes necesidades de nuestros días”.

 

Ante una Plaza de San Pedro repleta y bañada del sol, el líder católico presidió la misa de beatificación de Giovanni Battista Montini, quien guió a la Iglesia entre junio de 1963 y agosto de 1978, y para cerrar formalmente la asamblea del Sínodo de los Obispos.

 

Se trata de la cumbre episcopal convocada por él mismo para analizar los desafíos de la familia en el contexto actual y que sesionó en el Vaticano en los últimos 15 días incluso en medio de un clima, a veces, de animadas polémicas y de tensiones.

 

Durante su homilía, el Papa Francisco recordó que el fundador del Sínodo, Pablo VI, indicó que la misión de ese organismo es “escudriñar atentamente en los signos de los tiempos” y buscar respuestas “a las mutantes condiciones de la sociedad”.

 

Los “padres sinodales” que protagonizaron ese vivaz debate acompañaron al Papa este día en el atrio de la Basílica de San Pedro.

 

La declaratoria de beato fue recibida por la multitud con un aplauso mientras se llevó hasta el altar ubicado sobre el atrio de la basílica vaticana la reliquia, una de las camisetas ensangrentadas producto del atentado que Montini sufrió a manos de un desequilibrado en Manila (Filipinas) en 1970.

 

A un costado, el Papa emérito Benedicto XVI no pasó desapercibido. Llegó temprano y se sentó con los demás cardenales y obispos. Portaba una casulla justamente de Pablo VI.

 

El, que conoció al beato desde el Concilio Vaticano II y recibió de su parte tanto el cuidado pastoral de la Arquidiócesis alemana de Munich (en marzo de 1977) como el birrete colorado de cardenal, tres meses después.

 

Francisco dedicó su homilía a reflexionar sobre el famoso pasaje bíblico: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

 

“A la provocación de los fariseos que, por así decir, querían el examen de la religión y conducirlo en el error, Jesús respondió con una frase irónica y genial”, indicó.

 

“Es una respuesta de efecto que el señor ofrece a todos aquellos que se ponen problemas de conciencia, sobre todo cuando entran en juego sus conveniencias, sus riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Esto sucede en todo tiempo, desde siempre”, aseguró.

 

En contraparte, pidió no tener miedo a responder positivamente a las “sorpresas de Dios”. “¡El no tiene miedo de la novedad!, por esto, continuamente nos sorprende, abriéndonos y conduciéndonos por caminos impensados”.