WASHINGTON. El presidente estadunidense Barack Obama reiteró su confianza sobre la capacidad del gobierno para prevenir un brote de ébola en el país al asegurar que “sabemos cómo enfrentar esta enfermedad”, mientras los tres estadunidenses contagiados permanecen hospitalizados en condición “estable”.
“Sabemos cómo enfrentar esta enfermedad. Sabemos los protocolos. Y sabemos que cuando se siguen, funcionan”, afirmó Obama.
El mandatario trataba así de ofrecer calma a la nación después de una agitada semana en la que se conoció que dos enfermeras estadunidenses habían dado positivo por ébola, Nina Pham y Amber Joy Vinson
Ambas formaron parte del equipo que trató en un hospital de Dallas a Thomas Eric Duncan, un ciudadano de origen liberiano que contrajo la enfermedad en su país natal, y que finalmente falleció hace semana y media.
Tanto Pham como Vinson se encuentran hospitalizadas en dos de los cuatro centro médicos en Estados Unidos con la infraestructura y equipamiento necesarios para tratar este tipo de enfermedades contagiosas.
Pham se encuentra en el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Bethesda (Maryland) y Vinson en el Hospital Universitario Emory de Atlanta, y las dos se encuentran en situación “estable”.
“No hay ningún país mejor preparado para afrontar el reto del ébola que EU y, aunque incluso un solo caso aquí en casa es demasiado, el país no se enfrenta a un brote de la enfermedad”, aseguró.
Temen que ébola siga camino de sida
Las comparaciones entre las dos enfermedades morales aparecieron en los últimos meses coincidiendo con el empeoramiento del brote de ébola. Ambas se originaron en África y se convirtieron en una crisis sanitaria internacional. Y las dos son un recordatorio impactante de que la lucha del hombre contra las enfermedades infecciosas puede dar, de pronto, un giro a peor.
En sus tres décadas en la sanidad pública, la único similar al ébola que ha visto fue la epidemia de sida, dijo Tom Frieden, médico y director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.
“Y ahora tenemos que trabajar para que esto no sea el próximo sida mundial”, dijo en una reunión con líderes económicos de todo el mundo en Washington la semana pasada.
Pero no se espera que el ébola juegue nunca en la misma liga que el sida en términos de contagios y muertes, dijo el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas
“No hay nadie que imagine que vayamos a ver a decenas de millones de personas infectadas con ébola”, dijo Fauci, líder en la lucha contra el sida desde hace muchos años.
El brote de ébola de este año— el más grave de la historia— ha matado a más de cuatro mil 500 personas en África occidental. El sida mata a más de un millón al año en ese continente.
Ambas enfermedades están causadas por un virus y se contagian por contacto directo con fluidos corporales, no por el aire, pero expertos en salud dicen que ambas pandemias tienen más cosas que las diferencian de las que las unen.
El ébola puede ser más infeccioso que el VIH, según Bruce Ribner, un médico implicado en el tratamiento de los cuatro pacientes con esta enfermedad que han sido atendidos hasta el momento en el hospital universitario Emory de Atlanta.
De hecho, un paciente agonizante de ébola puede tener 10 mil millones de partículas virales en una cantidad de sangre equivalente a la quinta parte de una cuchara para café — muy lejos de las entre 50 mil y 100 mil partículas vistas en un paciente sin tratamiento con sida. Incluso la piel de un paciente con ébola puede estar plagada de virus, según Ribner.
Sin embargo, hay razones para ser más optimistas sobre el ébola que sobre el VIH, el virus que causa el sida.
El ébola fue descubierto realmente antes que el VIH. Identificado por primera vez en 1976 y nombrado por un río en Congo, el virus se ha manifestado en África brotes periódicos desde entonces. Aunque se han creado pruebas para su diagnóstico, el trabajo en vacunas y tratamientos ha sido limitado y difícil.
El ébola no se convirtió en pandemia hasta este año, cuando se multiplicó de forma inesperada en África occidental. El rápido aumento de los casos — especialmente en Liberia y Sierra Leona— llevó al CDC a estimar que, en el peor escenario posible, podría haber hasta 1.4 millones de casos hasta enero solo en esos dos países.
Pero al menos los científicos se han apurado en la lucha contra la enfermedad.
El inicio de la epidemia de sida fue más difícil. Cuando se reportaron los primeros grupos de casos en 1981, funcionarios de salud se enfrentaban a una enfermedad misteriosa y sin causa conocida.
“No sabíamos que era un virus No teníamos ni idea de lo que estaba pasando”, recuerda David Celentano, que fue in joven investigador de sida en la década de 1980 y ahora trabaja en la escuela de salud pública de la universidad Johns Hopkins.
Los científicos no aislaron el VIH hasta un par de años después. La prueba para detectarlo no estuvo disponible hasta 1985. Sigue sin haber vacuna, pero los tratamientos han permitido a los pacientes vivir una vida más larga y sana.
En esos primeros años, el sida era percibido generalmente como una enfermedad que afectaba a hombres homosexuales, a aquellos que consumían drogas por vía intravenosa y haitianos que habían entrado recientemente en Estados Unidos.
“Había un cierto sentido de ‘esto pasa solo en algunos sitios y le pasa solo a ciertas personas”’, dijo el médico Wafaa El-Sadr, un profesor de la Universidad de Columbia que de joven trató a pacientes con el virus en Nueva York.
No fue hasta mediados de la década de 1980 cuando la ansiedad pública y el temor a la enfermedad en Estados Unidos empezó a alcanzar los niveles vistos hoy con el ébola. En 1985, una escuela de Indiana vetó a un niño con hemofilia llamado Ryan White porque se contagió luego de una transfusión de sangre. Más tarde ese año, una encuesta nacional mostró que más de la mitad de los estadounidenses estaban favor de poner en cuarentena a los pacientes de sida y el 15% creía que la gente con tatuajes tenía la enfermedad.
A partir de 1987, los viajeros que daban positivo en la prueba de VIH tenían prohibido entrar en Estados Unidos, una norma que cambió en enero de 2010.
La ansiedad generalizada por el ébola despegó el mes pasado con el primer caso diagnosticado en Estados Unidos, un hombre que viajó a Dallas procedente de Liberia. En la zona de Dallas, bajó el nivel de asistencia a las escuelas donde había niños que se dijo habían estado en contacto con el hombre, Thomas Eric Duncan. En el CDC, las llamadas y correos electrónicos a la agencia sanitaria federal pasaron de unas pocas docenas al día a más de 800, con preguntas sobre la enfermedad.
La semana pasada, cinco aeropuertos estadunidenses comenzaron a examinar a pasajeros procedentes de África occidental.
La respuesta internacional ha sido más rápida para el ébola que con el sida. El programa ONUSIDA de Naciones Unidas no comenzó hasta 1995. Algunos expertos consideran que el impulso internacional de la campaña no se produjo hasta el 2000.
La respuesta contra el Ébola también se ha criticado como peligrosamente lenta, pero fue mucho más rápida que frente al sida. En el último mes – unos seis meses después del inicio de la epidemia en África – funcionarios del Estado de los Estados y otras naciones se han reunido para reforzar la colaboración internacional con financiación, tropas y suministros.
Lo más espantoso del ébola es lo rápido y la forma tan dramática en la que mata al paciente. Entre el contagio y el fallecimiento pasan solo unas semanas.
Esto es diferente del VIH: Una personas infectada por este virus puede no presentar síntomas durante años y puede pasar una década hasta que un paciente que no reciba tratamiento muera por la enfermedad. Esto supone que alguien que la hay contraído puede transmitirlo sin saberlo durante años.
El VIH es “traicionero”, dijo James Curran, decano de la escuela de salud pública de la Universidad de Emory y ex director del grupo de trabajo del CDC contra el sida a mediados de la década de 1980.
La velocidad con que actúa el ébola es más aterradora. Pero permite también que se puedan identificar y aislar los casos, y rastrear y vigilar a quienes estuvieron en contacto con enfermos antes de que puedan seguir dispersando el virus.
“Esto nos da potencialmente, una vía para combatir la epidemia”, dijo Curran. (Con información de EFE y AP)