En estos días en que se ha celebrado en Roma la sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos, en muchos medios han aparecido titulares como: “Revés al Papa Francisco”, “Desilusiona el Sínodo” y otros semejantes. Que no te confundan. Por lo mismo, quiero hacer tres aclaraciones:
1.- El Sínodo es un órgano de consulta del Papa, por lo tanto, no tiene la atribución de tomar decisiones. Las decisiones las tomará el Papa al final de la sesión ordinaria que tendrá lugar en octubre de 2015, cuando publique su “Carta apostólica postsinodal”.
Con el fin de tener un panorama completo y tomar las mejores decisiones, el Papa pidió a los obispos que hablaran claro, con apertura, con sinceridad. Por lo tanto, en el Sínodo no hay “línea”.
2.- Este Sínodo se centró en lo pastoral, no en lo en lo teológico:
Que no se centre en lo teológico significa que los principios no cambian, pues eso conllevaría “corregirle la página” a Jesucristo, para lo que nadie está facultado. Que no se centre en lo teológico significa que no se cambia el juicio moral sobre la homosexualidad, ni tampoco sobre los divorciados vueltos a casar.
Para explicar que se centre en lo pastoral usaré un pasaje del evangelio que seguramente habrás meditado muchas veces, el pasaje del “Hijo pródigo”. La actitud del Padre al ver a su hijo de regreso no significa aceptar que lo que su hijo hizo fue bueno, significa que lo que importa es que lo recuperó. Lo que la Iglesia quiere hacer es salir al encuentro de estas personas con bondad y caridad con el fin de recuperarlas y de que cambien de vida y vuelvan a la casa del Padre. Pero no cambia su juicio. La Iglesia no juzga, quiere dar esperanza de cambio.
3.- Con este Sínodo, la Iglesia quiere animar, acompañar y sostener a las familias que luchan y se esfuerzan por vivir según el plan de Dios, en medio de un ambiente cada vez más hostil a los principios y valores perennes, que aún hoy son mayoría. Por lo mismo el tema de las personas con tendencia homosexual y la comunión a los divorciados vueltos a casar, en realidad son sólo una parte, relativamente pequeña, de las situaciones que la Iglesia debe afrontar y a las que busca dar respuesta.