Aunque lo primero que hacemos cuando nos duele la cabeza es tomarnos una aspirina, quizá la solución este un poco más abajo, ya que el 30% de estos dolores, también llamados cefaleas, tienen su origen en la unión de estrés y un desequilibrio en el ajuste de los dientes o maloclusión.

 

La forma de saber si el maxilar superior no encaja de forma equilibrada con el inferiores es mediante el ruido que una persona genera al dormir o mediante el desgaste de nuestros propios dientes.

 

Si a ello le sumamos una situación de ansiedad, se pueden generar dolores tan cotidianos como las cefaleas o mareos, cuya causa se busca muchas veces en el lugar equivocado.

 

Con la intención de analizar el origen de todos estos problemas, el doctor Vicente Jiménez examina el desajuste dental en su nuevo libro “Ajuste oclusal en implantes y dientes naturales:oclusión en 3D”, cuya autoría comparte con sus cuatro hijos odontólogos.

 

Problemas derivados de una mala oclusión

 

Este problema surge debido a la combinación de un mal encaje de los dientes al cerrar la boca lo que hace que rechinen, junto a una situación de ansiedad, que provoca que el paciente apriete los dientes para aliviar la tensión.

 

La unión de maloclusión y estrés puede generar diversos problemas, como dolores de cabeza, ruidos en el oído, dolores faciales o de cuello y desgaste de los dientes.

 

Precisamente, uno de los primeros síntomas que puede dar la alarma sobre el bruxismo o rechinar de los dientes, es la aparición de un fuerte dolor en la boca, ya que “cuando los dientes no se ajustan bien, la sobrecarga de aquellos que impactan primero hace que su ligamento se inflame y duela”, aclara Jaime Jiménez García, uno de los coautores del libro.

 

¿Qué hacer ante estos dolores?

 

La mejor forma de prevenir la aparición de las dolencias relacionadas con un mal ajuste de las piezas dentales es acudir al dentista de forma periódica. Sin embargo, si esto se olvida y los primeros síntomas empiezan a aparecer, la visita al dentista no se hará para prevenir sino para iniciar un tratamiento que consta de dos fases:

 

Durante la primera, se intenta controlar el dolor del paciente mediante la utilización de una férula de descarga, y a continuación se inicia el tratamiento para que no se vuelva a producir ese dolor, mediante procedimientos de ortodoncia.

 

Pero como este problema no es sólo dental sino que también depende del estado de ánimo, el tratamiento de la primera fase suele implicar un procedimiento multidisciplinar, con la participación del psicólogo, el fisioterapeuta y la medicación, en colaboración con el dentista.

 

El desajuste dental en los niños

 

La mejor forma de afrontar los problemas surgidos de una mala oclusión en la infancia es evitarlos mediante una acción preventiva que consiste en realizar periódicas revisiones dentales en los niños menores de 6 años.

 

Estas visitas al dentista pueden hacer que el odontólogo controle el espacio idóneo entre los dientes de leche para que, cuando salgan los dientes definitivos, lo hagan en una posición correcta que evite una mala oclusión en el futuro.

 

Como en los adultos, no valorar la prevención de estos problemas, aumenta las probabilidades de padecerlos. Sin embargo, el tratamiento que reciben los niños varia un poco con respecto a los adultos. Las principales diferencias son:

 

▪ El bruxismo en niños con dientes de leche no tiene importancia.

▪ El uso de la férula de descarga sólo se recomienda durante tres meses, ya que puede bloquear el crecimiento de la mandíbula del niño.

▪ Después de esos tres meses, es aconsejable corregir el desajuste dental mediante la ortodoncia.

“Lo fundamental es que cuando se realice la ortodoncia, se haga de forma que luego los dientes encajen bien”, destaca el odontólogo Vicente Jiménez.