Contra todo pronóstico, México y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo azucarero que pone fin a la controversia -presentada por los industriales norteamericanos en abril pasado- por subsidios y “dumping” en las exportaciones de azúcar mexicana a aquel país.
Todavía el viernes pasado -día previsto para el fallo del Departamento de Comercio de aquel país- existía temor, bien fundado, de que impusieran a los industriales azucareros mexicanos una cuota compensatoria de hasta 40% por “dumping” a las susodichas exportaciones que, sumado al 17% que habían impuesto en agosto pasado por subsidios, hubiera sido catastrófico para industriales, cañeros y obreros principalmente.
Pero el fin de semana ocurrió el milagro: Los negociadores mexicanos encabezados por el subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía y el presidente de la Cámara Azucarera, Juan Cortina Gallardo, convencieron al gobierno estadunidense que en lugar de sanciones y de un largo juicio en la Organización Mundial de Comercio se llegara a un acuerdo que beneficiara a ambos países. Y ayer por la tarde los respectivos gobiernos -que no los industriales- lo firmaron, hecho que tiene gran relevancia.
Los términos del documento, a grandes rasgos, son:
- México podrá exportar azúcar refinada y estándar a Estados Unidos sin arancel alguno para satisfacer el 100 % de las necesidades del mercado norteamericano. Dichas necesidades se calcularon mediante una formulita que contempla producción de aquel país, importaciones de otras naciones bajo el sistema de cuotas, entre otras cosas. El resultado de esa formulita da 1.5-1.6 millones de toneladas que México puede enviar en el actual ciclo azucarero.
- De la cuota de 1.5-1.6 millones de toneladas México no puede exportar más del 60% de azúcar refinada. (En los mejores años nuestro país no ha exportado a Estados Unidos más del 40% de esa calidad, así que no se perdió nada con esta condición).
- En materia de precios se acordó que México no puede vender dulce refinado a Estados Unidos por debajo los 23.57 centavos de dólar por libra (LAB ingenio). Ni azúcar estándar por debajo de los 20.75 centavos de dólar la libra, también LAB ingenio. Con ello, nuestros vecinos pusieron un precio piso al azúcar de la región, tratando de evitar el desorden de las cotizaciones en dicho mercado.
- La pregunta que se hacen los analistas bisoños es: Qué fue lo que motivó que el Departamento de Comercio de Estados Unidos cambiara su decisión de aplicarnos la “quebradora” con un arancel por subsidios y otro por “dumping” que sumados hubieran dado el 50% o más?
Pues según algunos de los participantes mexicanos que negociaron dicho acuerdo, el gobierno vecino se dio cuenta que los industriales azucareros que demandaron a México en abril pasado se querían “pasar de lanzas” y les hizo “manita de puerco” para que aceptaran y firmaran el documento.
El subsecretario para el Comercio Internacional, Stefan Selig, dijo que “Los acuerdos deben proporcionar estabilidad fundamental en un mercado que es importante para ambos países, al tiempo que garantiza que los agricultores y refinerías de azúcar en Estados Unidos tienen la oportunidad de competir en igualdad de condiciones.”
Para concluir esta columna con temas dulces, funcionarios de la secretaría de Agricultura comentaron “one more time”, que el FEESA y el SAE están listos para llevar a cabo el proceso de desincorporación de los 9 ingenios que administra el gobierno federal. Lo único que está pendiente es la sentencia del recurso de reversión en contra del Acuerdo de Desincorporación, el cual se está atendiendo coordinadamente entre las dos dependencias mencionadas, así como entre la Sagarpa y la Procuraduría Fiscal. Si el resultado favorece al gobierno, se solicitarán inmediatamente al INDAABIN los avalúos necesarios para la enajenación.
Lo que hay que reconocer es que los gastos de operación de las fábricas azucareras del gobierno se han reducido en unos 600 millones de pesos, desde que Carlos Rello se hizo cargo de la administración del FEESA, además de otros ahorros importantes en diversas áreas que durante los gobiernos panistas se caracterizaron por ser las “cuevas de Alibabá”.