COCULA. El malestar y frustración a un mes y dos días tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, por la lentitud en las investigaciones va en aumento y se extiende entre vecinos de la zona.

 

Junto a una iglesia de Cocula, familiares de detenidos protestaron el martes ante lo que consideraron “detenciones arbitrarias” y las continuas redadas de la policía desde que se descubriera que la policía de este municipio colaboró en la desaparición de los estudiantes.

 

Hasta ahora las autoridades han arrestado a 56 personas, 36 de ellas policías de Iguala y Cocula, señalados de haber participado en el ataque y detención de los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, una escuela de formación de profesores de educación básica.

 

Una pancarta colgada a las puertas de la iglesia responsabiliza a Peña Nieto y al procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, por una “ola de detenciones arbitrarias de ciudadanos inocentes que las fuerzas federales se están llevando para torturarlos y hacerlos que se declaren culpables de delitos que no han cometido como secuestro, delincuencia organizada y portación de armas”.

 

Pedro Mújica Moreno dijo a la AP que su primo Gustavo Moreno Arrollo, un ganadero de 29 años, fue detenido hace una semana por presuntos vínculos con el caso. Desde entonces, aseguró Mújica, está incomunicado en una prisión de máxima seguridad de Tepic, la capital del estado occidental de Nayarit, por presuntos vínculos con el caso.

 

“Las autoridades están desesperadas, como se ven incompetentes en resolver el caso ellos necesitan justificarse y presentar gente inocente”, dijo el primo de Moreno, cuya foto aparece estampada en la pancarta. “Están buscando chivos expiatorios”.

 

La municipalidad de Cocula, donde habitan cerca de 15 milpersonas, vive una expectación inusitada ante la llegada de decenas de reporteros de todo el mundo que han copado la modesta plaza central de la población, conocida en México como zócalo, con unidades móviles y equipos de transmisión, mientras conviven con los vendedores de tacos y de flores de cempasúchil que ocupan habitualmente el lugar.

 

A ello se suma el desembarco de cientos de militares, marinos y policías federales que tomaron el control de la seguridad en la población.