Desde hace varios años, en este espacio he sido muy crítico de Apple, en particular de sus últimos lanzamientos que en términos de innovación han dejado muy poco o casi nada a los consumidores finales. A decir verdad, el juicio es un poco injusto, pues sigue siendo la marca más valiosa a nivel mundial, y sus productos rompen récords de venta generación tras generación, lo que confirma que son todavía un objeto del deseo en la mente de los consumidores de nuevas tecnologías.
La empresa desde su creación, se concibió con un enfoque contestatario y contracultural. Diversas campañas daban cuenta de la propuesta, desde aquella donde se hacía mención a que los genios siempre han sido incomprendidos en diferentes momentos de la humanidad, hasta la del fantástico slogan “Think different” (piensa diferente), que conjugaba perfectamente el espíritu de su fallecido fundador Steve Jobs. Los viajes a la India, la experimentación con drogas en busca de su famoso campo de distorsión de la realidad, dan cuenta también, entre muchas otras vivencias de la identidad que Jobs construyó para sí mismo y para su empresa.
Pero más allá de los mensajes al mercado, lo más interesante había radicado es que sus productos eran consecuentes con esa filosofía: disruptivos, arriesgados, diferentes, innovadores. A veces exitosos, otras no, pero siempre teniendo las agallas suficientes para arriesgar ante los estándares establecidos.
Apple nos acostumbró a todo esto, y desde esa perspectiva ejerzo mi crítica. Así ha sido los últimos años, y así lo continuaría haciendo durante los próximos si la innovación sigue sin elevarse al nivel supremo que convirtió a Apple en una empresa cautivadora, no así con su líder Tim Cook quien en esta semana dio una de esas sorpresas, al declararse abiertamente gay.
Cook simplemente rompió con un estándar establecido en las empresas más importantes de la lista Fortune 500, de las que no existe ningún CEO declarado abiertamente como gay, cuando, de acuerdo con un reporte de Business Insider, sí los hay y no se atreven a porque muchos lideran empresas transnacionales que operan en múltiples países, donde todavía privan miradas ultra conservadoras (la misma declaración de Cook ya tuvo una respuesta pública por parte de algún miembro del gobierno ruso, por ejemplo). Eso no le importó al líder de Apple, y decidió ejercer su libertad para una vez más, como persona, pero sobre todo como cabeza de la empresa californiana, ponerse a la vanguardia mundial.
Bien por Cook, y por dignificar los derechos por la libertad sexual en el mundo. Sin duda, se trata de un líder con la influencia suficiente para que la declaración tenga un impacto positivo en esa materia. Pero sobre todo, bien porque con su “revelación”, Cook devuelve ese tono diferenciador, y arriesgado, que ha hecho de Apple una de las empresas más valiosas en el mundo.