Dentro del libro Viaje a Ixtlán, de Carlos Castaneda, un indio yaqui conocido como Don Juan intenta enseñar al autor cómo viajar entre sueños. Uno de los ejercicios es poner a Castañeda a mirar su mano hasta quedar dormido. El autor relata que el ejercicio le permitió dominar su mano dentro de su sueño.
Dentro del proceso de Onironauta ¿qué clase de sueños has tenido?
Provienes de una agrupación con una trayectoria de más de diez años y gran parte de tu carrera la has pasado bajo el anonimato. ¿Cómo fue la transición para decidir qué ibas a cantar en este material?
Esto es distinto a lo que hago con Austin TV y quería que se notará una diferencia. La música no suena a lo que venía haciendo, aunque es indudable que 13 años con la banda marcaron ciertas influencias a la hora de tocar. Si lo hubiera hecho instrumental se podrían haber confundido. Comencé metiéndole voz a dos canciones nada más, pero poco a poco leyendo lo que escribía fueron saliendo las demás.
¿Sobre qué escribes?
Tengo diarios desde que era bien chiquita, seguro junto mil diarios amontonados, (jaja). Me gusta mucho hacerlo y no me siento poeta o que escriba cosas increíbles. Pero cuando plasmas tus ideas en un diario se vuelve también una forma de volver a contar tu vida. Para este disco quería compartir esas vivencias con todos.
Y así como los luchadores ¿protegerás de nuevo tu identidad con una máscara?
Sí me gustaría mantener el misticismo, aunque no pienso usar máscara. Justo estaba checando en diversas formas para mantener una parte de mi cara oculta. Todavía no estoy segura cómo voy a presentarme para Onironauta. Últimamente he estado pensando que podría ser un antifaz.
“Tokyo Cheese” es el primer sencillo de Onironauta y uno puede encontrar en un sonido lleno de sintetizadores galácticos, ¿cómo fue el proceso de composición de tu disco?
Tuve la oportunidad de estar varios meses en Londres y me llené de mucha energía que me motivó a comenzarlo. Allá fue la primera etapa donde estuve trabajando algunas ideas en mi computadora. Cuando llegué aquí más personas comenzaron a sumarse al proyecto.
Chikitiko, un amigo, me prestó su estudio, regrabé varias pistas con sintes y pedales, después Xnayer le metió unas baterías y muchas ideas durante todo el proceso. El proyecto fue en un principio muy casero y de repente la bolita creció y creció y se puso mejor.
¿Recuerdas tu primer sintetizador?
¡Sí! Claro. Cuando empezaba Austin TV estuvimos revisando en las tiendas del Centro varios sintes. Dando vueltas encontramos una Electribe con la que aún sigo tocando. Nosotros fuimos con la idea de armar un Moog, pero no nos alcanzaba ¡jeje!, cuando escuchamos el otro, dijimos este suena similar (aunque no fuera verdad) y lo compramos.
Todo proyecto cultural o artístico es una moneda lanzada al aire cuando se realiza por primera vez. A pesar de tu trayectoria, hacer un disco solista no es nada fácil. ¿Cuáles fueron los retos y sacrificios para lograrlo?
Es un proyecto de casi un año en el que además de tiempo le inviertes dinero. En realidad se convierte en una especie de trabajo donde no te pagan, hablando específicamente de economía. Aunque está padre porque te alimenta el espíritu. Muchas veces uno se desvela por un trabajo que no le gusta, pero si no tengo que dormir para ir a grabar o preparar el show se vuelve diferente. Onironauta es un trabajo lleno de colaboradores, donde todos los que me apoyaron no ganaron, pero confiaron en el proyecto.
Chio San, ¿eres becaria de tu propio proyecto?
¡Jajaja!, en realidad este es un proyecto a ciegas donde no sabes si vas a recuperar lo que invertiste. Pero con este descanso de Austin todos tuvimos que tener otros trabajos para mantenernos, hay veces que tienes que apostar todo lo que tienes en los bolsillos.
La presentación oficial de tu disco será este 8 de noviembre en el Centro Cultural España.
¿Qué sorpresas podrá encontrar tu público el día del evento?
La idea es montar un show donde aparte de la música se haga un videomapping muy padre sobre unas almohadas. Muly Yechezkel de Londres y Carlos Valente de Portugal son los encargados de la parte visual del evento. Espero poder presentar Onironauta siempre como un trabajo colectivo con una experiencia diferente. Además habrá músicos invitados y muchos sueños.
Para finalizar, ¿hasta donde te gustaría llegar con Onironauta?
La idea es que podamos mostrar el show en conjunto en festivales, aunque la producción para el en vivo es difícil, sobre todo porque involucra a mucha gente que además realiza otros proyectos en otros lados. Me gustaría mostrar este trabajo en muchos lugares porque hemos trabajado mucho en él. Y que lo recuerden más allá de “el disco de la tecladista de Austin”.