A partir de mañana viernes inicia lo que el comercio organizado ha denominado ‘El Buen Fin’; un fin de semana largo con descuentos en los precios de los bienes y servicios y, sobre todo, de facilidades de pago vía crédito bancario para los consumidores.
El panorama no parece muy alentador para comerciantes y banqueros en esta nueva versión de El Buen Fin, por las mismas razones por las que la economía no ha logrado despuntar y que tienen que ver básicamente con la situación económica de las familias.
Si bien el número de nuevos empleos formales ha mejorado notablemente en los últimos dos meses (ayer el IMSS dio a conocer que en octubre se afiliaron más de 172 mil nuevos trabajadores, una cifra histórica para un mes, lo que ya acumula más de 827 mil nuevos empleos en el año), por otro lado INEGI publicó que la tasa de desocupación al tercer trimestre sigue elevada, en 5.2%. Esto quiere decir que la proporción de población en condición de desempleo abierto no se ha reducido ni tampoco hay un abatimiento significativo de las condiciones críticas de ocupación, sino más bien se está dando una transferencia de ocupados en el sector informal al formal; y de allí las buenas cifras que está reportando el IMSS.
Sin duda que cualquier avance en la formalización del empleo es una buena noticia para la estabilidad económica de las familias, aunque ello aún no se manifiesta en un incremento significativo de sus ingresos y, por lo tanto, de su consumo; como lo muestran los indicadores agregados del mercado interno.
Ello hace que la mayor parte de las familias no tenga un ahorro suficiente como para destinarlo a la compra en efectivo de bienes duraderos, que son los que se ofertan con descuentos durante El Buen Fin.
Pero hay otra vertiente que afecta la disponibilidad de recursos de las familias y que ayer puso sobre la mesa el Banco de México en su Reporte sobre el Sistema Financiero 2014. Y me refiero al crédito bancario. Las cifras del banco central muestran un deterioro gradual del crédito al consumo desde el segundo trimestre de 2012 por las razones que señalábamos anteriormente y que también se reflejan en los altos niveles de morosidad y las crecientes probabilidades de incumplimiento por parte de las familias, elevando los niveles de riesgo para los bancos.
El principal incremento en la morosidad se ha producido en el rubro de las tarjetas de crédito -además de los llamados créditos personales y de nómina- cuyo índice de morosidad ajustado ya roza el 16%, lo que se ha traducido en una disminución reciente en el número de tarjetahabientes y también de otorgamiento de nuevos plásticos.
Así que El Buen Fin llega precisamente en una coyuntura familiar de una capacidad de compra mermada, con niveles crecientes de morosidad en las tarjetas de crédito, con un nivel ligeramente superior de endeudamiento de los hogares respecto de hace un año y -por si faltara un factor adicional- con un evento reciente como el Mundial de Fútbol que generó una fuerte demanda por la compra de televisores digitales que tradicionalmente es una de las principales compras de bienes durables que realizan las familias en El Buen Fin.
Así que no es muy alentadora la perspectiva para este Buen Fin que inicia mañana. Ya los bancos y las grandes cadenas comerciales lo saben de antemano.
SÍGALE LA PISTA…
Después de la andanada de críticas sobre los errores políticos cometidos por los funcionarios del gobierno federal ante los graves sucesos de los últimos meses, la pregunta que flota en el ambiente es si el presidente Enrique Peña Nieto corregirá y -de hacerlo- cómo lo hará. Su decisión de viajar a China y Australia en estos aciagos días, parecería decirnos que no hubo corrección desde Los Pinos y que las ideas fijas se mantuvieron. Lo cierto es que ya no hay lugar para nuevos errores.