El plan inicial que diseñó el gobierno federal para la búsqueda de los normalistas desaparecidos hace ya más de 50 días, apoyado por el despliegue más amplio del que se tenga registro, no ha tenido resultados exitosos. La búsqueda continúa, pero siguiendo datos aislados y pistas de los pobladores.
La estrategia federal se enfocó primero los puntos más cercanos al lugar de los hechos y luego a zonas de interés identificadas por los órganos de inteligencia. El rastreo realizado bajo ese esquema falló en la localización con vida de los 43 estudiantes o de sus cuerpos, en caso de que hubieran sido asesinados.
El mayor éxito conseguido y anunciado por la Procuraduría General de la República (PGR) es el hallazgo de algunos restos calcinados. En el mejor de los casos, según autoridades del gabinete de seguridad, dichos hallazgos sólo permitirán confirmar el destino de menos de la cuarta parte de los desaparecidos.
De acuerdo con la PGR, ya son más de 70 personas las que han sido detenidas y procesadas por este caso, pero de todos ellos sólo tres han dado detalles del homicidio de un grupo de personas que fueron entregadas por la policía de Iguala y de Cocula.
El principal operador de la desaparición de los estudiantes, que según la PGR es Gildardo López Astudillo, alias El Gil, no ha sido capturado. Los dos autores intelectuales detenidos, José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, no han dado información útil sobre el tema, y dos jefes policiacos al frente del operativo de ataque a los normalistas también están prófugos.
Plan agotado
Un total de 10 mil elementos de las distintas fuerzas federales, apoyados con recursos tecnológicos, participan en la búsqueda oficial de los normalistas, ya sea en despliegues de búsqueda o en patrullajes preventivos. Es el operativo federal más grande del siglo en México.
Según el registro oficial, en las acciones específicas de investigación y búsqueda participan mil 700 elementos de la Policía Federal, 900 de la Marina, 300 de la Policía Federal Ministerial, 100 peritos, 50 agentes ministeriales, y múltiples especialistas de distintas dependencias federales.
Se verificaron 150 sitios específicos, además de la realización de mil 300 patrullajes de reconocimiento terrestres con el apoyo de 16 perros entrenados y 15 caballos para zonas de difícil acceso. Además, suman más de 160 sobrevuelos, incluyendo el uso de aeronaves no tripuladas y por lo menos 60 búsquedas acuáticas, incluyendo inmersiones de buzos entrenados.
Se inspeccionó brechas, caminos rurales, ríos, presas y cuevas como las de la Barranca o Guadalupe.
El resultado hasta ahora es la localización de restos, la mayoría de ellos inservibles para fines periciales, en el basurero de Cocula y en una bolsa en ese río. Ninguno de los estudiantes ha sido ubicado con vida y los cuerpos encontrados en algunas áreas no correspondieron con el de los normalistas.
Cubierto el plan de reconocimiento original, las acciones de búsqueda continúan ahora con pistas aisladas o declaraciones de pobladores. Por ejemplo, el jueves pasado la Policía Federal hizo un sobrevuelo siguiendo los “datos anónimos” que recibieron dos padres. Los mandos federales tienen la orden de atender cualquier tipo de indicio.
Pocos restos
Los restos de huesos calcinados y dientes encontrados hasta ahora por la PGR no permitirán identificar y reconocer a todos los estudiantes desaparecidos.
De acuerdo con fuentes ministeriales, hay cerca de 15 restos que presentan alguna probabilidad de éxito en pruebas genética. El procurador Jesús Murillo Karam señaló que dos muestras fueron enviadas a Europa, las que se encontraban en mejor estado.
En la PGR indicaron que el reconocimiento de estos restos consolidaría la línea de investigación respecto al homicidio de los estudiantes, pero el material con el que se cuenta no permitiría identificar más allá de 10 víctimas.
En ese contexto la semana pasada continuó con la búsqueda en el terreno, utilizando entre otros elementos a los binomios caninos, de un mayor número de restos ya no en el basurero de Cocula sino en otras áreas aledañas sin embargo, no hay resultados positivos.
De forma paralela en los laboratorios centrales de la Dirección General de Servicios Periciales de la PGR en la Ciudad de México, los especialistas continúan con el estudio de algunos de los restos ubicados desde finales de octubre, aunque la posibilidad de obtener ADN útil es limitada.
“Hay restos que uno toca y prácticamente se deshacen con solo tocarlos, se hacen polvo”, dijo Murillo Karam hace unos días para describir el estado de los huesos hallados.