Dijo ayer el presidente Enrique Peña Nieto que al amparo de la consternación por los hechos de dolor y de horror en Iguala se ha advertido que hay movimientos de violencia que quieren hacer valer la protesta. Pareciera que hay el interés de generar desestabilización, desorden social y sobre todo, atentar contra el proyecto de nación que hemos impulsado.

 

En el fondo, tiene razón el Presidente de la República. Sin embargo, la forma en que calificó los actos de vandalismo recuerda, letra por letra y palabra por palabra, declaraciones similares de varios de sus antecesores en los años sesenta, setenta y ochenta (¿verdad, licenciados Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo y Salinas de Gortari?).

 

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“Desestabilización”, “desorden social”, “atentar contra el proyecto de nación” (le faltó mencionar “intereses oscuros”, “manos ajenas”, “emisarios del pasado”, “profetas del desastre”).

 

No hacen falta definiciones ni calificativos. Lo que se requiere es que el presidente Peña Nieto revele quiénes son, con nombres y apellidos, los instigadores de la violencia que pretenden desestabilizar al gobierno federal, ¿los pobres diablos encapuchados y que hacen de las suyas ante la parálisis de las fuerzas del orden? ¡Claro que no! Esos son provocadores a sueldo. Lo que la sociedad necesita saber es a quiénes pertenecen las manos que mueven la cuna.

 

Algunos analistas políticos bisoños preguntan: ¿Tendrá identificados el gobierno a esos provocadores? ¡Por supuesto que los tiene identificados con nombres y apellidos! ¡Nomás eso faltaba! Que los servicios de inteligencia del poderoso Estado mexicano no tuvieran perfectamente detectados a quienes les están serruchando el piso.

 

La pregunta que habría que responder es: ¿Por qué los funcionarios públicos encargados de desactivar las bombas antes de que exploten se comportan como en el juego infantil de ¡engarróteseme ahí!?

 

AGENDA PREVIA

 

Las organizaciones más representativas del sector agropecuario y pesquero nacional -así se autocalifican-reconocieron al Jefe del Ejecutivo y a los diputados de la LXII legislatura, su “atención y sensibilidad mostrada en la propuesta y aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2015. ¡Y cómo no iban a hacerle ese reconocimiento si aumentaron el gasto para el campo para llevarlo cerca de los 100 mil millones de pesos!, que, dicho sea de paso, van a parar a infinidad de programas en donde una buena cantidad de billetes va a “fondo perdido”, dicen los que saben.

 

Las mencionadas organizaciones quedaron medio satisfechas con el nuevo presupuesto para el campo, pero por otro lado externaron su preocupación al Jefe del Ejecutivo que actualice  el programa de ingreso objetivo en algunos granos básicos. Argumentan que la drástica caída de los precios de los granos y oleaginosas a nivel mundial, está repercutiendo negativamente en los productores mexicanos. ¡Urge!

 

Desde hace varias semanas, el presidente Enrique Peña Nieto encargó este delicado asunto al secretario de Hacienda y a su equipo de “agroyuppies”, quienes analizan el tema. Pero todavía no se han puesto de acuerdo sobre cuánto hay que aumentar dicho ingreso objetivo. Hay quienes sugieren que sea 40%, aunque sólo para maíz, trigo y sorgo, con lo que estaríamos a tono con nuestros principales socios comerciales.

 

Hoy precisamente, los titulares de las secretarías de Hacienda y Crédito Público y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación harán el anuncio oficial del nuevo precio objetivo para los granos, y de algunas otras medidas.

 

Los comunicadores bisoños de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores deberían sugerirle a su jefe, Jaime González Aguadé, que deje de opinar sobre el asunto de Ficrea, pues cada vez que abre la boca mete la pata. Cuando se anunció la intervención por parte de la autoridad regulatoria, prácticamente les hizo saber a los ahorradores e inversionistas que ingenuamente depositaron su dinerito en esa institución lo siguiente: ¡Ya los saquearon por andar de ambiciosos! Bueno, no a todos, sólo a 60%  de los clientes que depositó más de 130 mil pesos, aclaró una semana después. “Así que quienes tengan menos de 130 mil pesos, en el peor de los casos van a recuperar todo su dinero”. No les dijo cuándo, pero lo que sí es cierto es que muchos no tendrán dinero para cargar los peregrinos.