LISBOA. La detención del carismático socialista José Sócrates por sospechas de fraude fiscal ha provocado un terremoto político en Portugal, donde gobernó entre 2005 y 2011, hasta que la crisis le pudo y firmó el rescate al país.

 

El arresto de Sócrates, el primero de un ex primer ministro en la historia de Portugal, empaña la imagen de un político que había regresado al debate público hace un año y medio, y al que algunas quinielas veían como posible candidato a presidente de la República.

 

Optimista, tenaz, con dotes de oratoria y muy activo, José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, de 57 años, se había mudado a París en el verano de 2011, después de perder las elecciones anticipadas de junio de ese año frente a los conservadores del PSD.

 

Se fue a la capital francesa a estudiar una maestría en Teoría Política en el instituto universitario Science Po, que resultó en el libro “La confianza en el mundo: sobre la tortura en democracia”, presentado el pasado año con el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, como uno de los invitados.

 

En su primera aparición pública desde que abandonó el gobierno, en marzo de 2013, Sócrates firmó una estelar entrevista en el canal público RTP, en la que acusó a los conservadores que gobiernan Portugal de haberle forzado a pedir el rescate financiero por no haber apoyado los Presupuestos.

 

“Luché con todas mis fuerzas para no pedir ayuda internacional, fui obligado a hacerlo”, dijo entonces Sócrates, quien echó en cara al PSD y a los democristianos, partidos del Gobierno, la aplicación de una austeridad mucho más dura de la exigida por la troika.635522775613635244w

 

Sócrates, a quien le gustaba apelar en sus discursos por un Portugal moderno y europeísta, también atacó en aquella entrevista al jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, al que vio como “la mano escondida tras la crisis” que derribó su Gobierno y forzó el rescate.

 

En aquella entrevista, acuñó el término “narrativa” para referirse al repetido discurso de ataque y, a su juicio, engañoso, que emitía la derecha sobre él.

 

Para Sócrates, la coyuntura internacional fue la que influyó en el escenario de crisis, y no la gestión de su Gobierno, que venció al “déficit crónico”.

 

Desde entones, el político recuperó crédito en muchas capas del país y se convirtió en tertuliano de la RTP.

 

Considerado barón del Partido Socialista (PS), del que fue secretario general entre 2004 y 2011, y un delfín del ex primer ministro António Guterres, Sócrates dio su respaldo en las primarias al actual candidato a primer ministro, António Costa.

 

Para muchos analistas, ese apoyo de Sócrates a Costa puede costarle caro al PS, cuando falta un año para las legislativas en las que los socialistas parten como favoritos.

 

Después de más 25 años en la política, al que también fue ministro de Ambiente ya se le había asociado a otros casos de corrupción, como el vinculado al centro comercial Freeport o la operación Montebranco, relacionada con el extinto BES.

 

Su detención por sospechas de corrupción, fraude fiscal y lavado de dinero dejan al borde del precipicio tanto a su figura pública, como al PS, en el que Sócrates tiene buena relación con otros barones como Mário Soares, ex presidente de la República.

 

Padre de dos niños, divorciado e hijo de una pareja separada, siempre tuvo fama de socialista poco ortodoxo y la resonante victoria que regaló a su partido en 2005 puso en marcha una especie de “tercera vía” a la portuguesa.

Sócrates, de hecho, tuvo un primer gobierno cómodo, con mayoría absoluta, y destacado por la aprobación del Tratado de Lisboa, que reformó la Unión Europea durante la presidencia lusa de 2007.

 

Las reformas económicas, laborales y el saneamiento del Estado que impulsó, sufrieron la contestación de los sindicatos y la izquierda marxista, sus más encarnizados enemigos, pero no sirvieron para evitar los efectos de la crisis de la deuda soberana.

 

En el plano social, Sócrates introdujo, sobre todo en su etapa de mayoría absoluta, leyes para despenalizar el aborto, facilitar el divorcio y legalizar el matrimonio homosexual, que le granjearon el rechazo de la población más católica.

 

Licenciado en Ingeniería Civil, ingresó en las juventudes del Partido Socialista poco después de la Revolución del 25 de abril, con sólo 16 años.

 

Tras ser presidente de la federación de distrito de Castelo Branco, donde vivió desde niño con su padre, entre 1987 y 1995 se proyectó en la política nacional como diputado y luego como secretario de Estado y ministro de Ambiente, de 1997 a 2002, con Guterres.