¿Cuáles son las razones del gobierno para anunciar que habrá cambios el próximo jueves 27 de noviembre?, preguntan los observadores políticos. ¡Pues “la neta” es que no sabemos!, responden funcionarios del gobierno.

 

¿Y qué espera con esos cambios, que vuelva a la ruta correcta el tren que ya se le descarriló desde hace varios meses? ¿Logrará el Presidente de la República que los cambios hagan crecer la maltrecha economía, devolver la seguridad a la golpeada sociedad, parar en seco la ola de violencia criminal, disminuir las cifras millonarias de pobres, aparecer como por arte de magia a los desaparecidos normalistas de Ayotzinapa, hacer que los inversionistas y contratistas extranjeros vuelvan a confiar en las licitaciones públicas del gobierno, impedir que la imagen internacional de nuestro país sea la de un Estado fallido (el presidente uruguayo dixit… aunque luego se rajó)?

 

Silencio, silencio sepulcral en las altas y bajas esferas del gobierno.

 

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Lo que todo mundo espera es que el presidente Enrique Peña Nieto apriete algunas tuercas flojas, para comenzar el tercer año en las mejores condiciones posibles. Sin embargo, no deja de llamar la atención que haya esperado tanto tiempo para realizar esos ajustes, porque ninguno de los problemas que hoy enfrenta su gobierno es una novedad: la economía sigue débil y enfermiza, la violencia y la inseguridad se mantienen en niveles tan altos como en el pasado, la pobreza alcanza a mayor número de compatriotas con todo y los cientos de miles de millones de pesos que se han asignado a programas de asistencia social, la corrupción y la impunidad no ceden.

 

De modo que los cacareados cambios gubernamentales corren el riesgo de decepcionar al respetable, apuntan los mismos observadores. ¡Pero que vengan! Y que los nuevos funcionarios, si es que los hay, se encomienden al santo de su devoción para que las medidas -que nadie sabe cuáles serán– den resultados.

 

Ojalá que no vayan a ser “cambios cosméticos”, ni estrategias mareadoras; ni mucho menos bonitos discursos donde digan que el recrudecimiento de la violencia es “atípico y temporal”, cuando la sociedad ha comprobado que se volvió permanente. Tampoco queremos promesas que no se puedan cumplir como aquella que hace varios meses -21 de febrero- hizo el secretario de Gobernación, de que “vamos a reducir a su mínima expresión”  delitos como homicidios, extorsión, secuestro, robos.

 

¡Cómo!, exclaman aquellos que manipulan, perdón, que manejan las estadísticas. ¿Alguien duda de los resultados y de la palabra empeñada? Nooooo, para nada, podría responder la sociedad.

 
Pregunta ingenua de un observador político, aunque no creyente: ¿A qué funcionarios del gobierno se pueden enviar estampitas de San Judas Tadeo, abogado de las causas desesperadas?

 

AGENDA PREVIA

 

Pues según el director del Banco Nacional de Comercio Exterior, Enrique de la Madrid (por alguna extraña razón sus comunicadores bisoños omiten su segundo apellido en la mayoría de los comunicados oficiales y oficiosos), la reforma financiera que impulsó el gobierno federal ya está dando resultados. ¡Pues dónde están, papá!, le preguntan los perplejos, quienes no ven llegar ni el crédito abundante y muchos menos barato de la mayoría de las instituciones de la llamada “banca del subdesarrollo”.

 

Ya metidos en el tema de los dineros, Nacional Financiera y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo, Cofides, firmaron ayer un acuerdo de colaboración para favorecer la internacionalización de empresas españolas en México.

 

Entre las acciones que contempla el convenio, destaca que la cooperación para mejorar las probabilidades de éxito de los proyectos de inversión promovidos por las empresas españolas o mixtas en México beneficiarias de ambas entidades, especialmente de los proyectos promovidos por pequeñas y medianas empresas.

 

Jacques Rogozinski dijo que el acuerdo permitirá tanto a Cofides como a Nafinsa impulsar aún más a las empresas españolas que se asocien con empresas mexicanas o a las españolas que se expandan en México y requieran apoyos financieros y asistencia técnica; permite también ampliar las posibilidades para que más empresas españolas puedan invertir en México y así apoyar el desarrollo económico de nuestro país. ¡Qué así sea!