El 21 de noviembre la Fiscalía General del Estado abrió una querella contra el president de la Generalitat de Cataluña y dos miembros más de su gobierno.

 

Todo empezó cuando hace varios meses el president y representantes de cuatro partidos hicieron pública la decisión de celebrar un referéndum en Cataluña para que los ciudadanos pudieran definirse sobre su posición ante la posibilidad de una independencia de Catalunya frente a España. Se plateaban tres preguntas que permitían optar bien por que las relaciones entre España y Cataluña continuaran como ahora, bien por introducir cambios en la Constitución de forma que España se configurara como un Estado Federal o, finalmente, si optaban por la independencia. Al mismo tiempo se fijaba la fecha para la celebración de dicho referéndum: el nueve de noviembre.

 

Como era de esperar, esta propuesta fue declarada inmediatamente anticonstitucional. Por otra parte, el presidente del gobierno de España, Sr. Rajoy, no hizo ninguna actuación política, a no ser la de señalar la ilegalidad de la propuesta.

 

El president Mas optó entonces por presentar en el Parlament de Catalunya una Ley de Consultas lo que sí es legal, la ley fue aprobada e inmediatamente después Mas convocó una consulta (sin otro valor que el que podría tener una encuesta) para el citado día 9 de noviembre con las mismas preguntas previstas para el referéndum. Dicha consulta es apoyada por una entidad ciudadana, la Assamblea de Catalunya, que agrupa mucha gente de procedencias e ideologías diferentes, y por Omnium Cultural, una entidad sin ánimo de lucro y defensora de la lengua y la cultura catalanas.

 

El Tribunal Constitucional declara, una vez más, dicha consulta como anticonstitucional.

 

De todos modos, el 9 de noviembre, y después de una importante movilización, se repartieron más de tres mil urnas de cartón en escuelas privadas y públicas convertidas en centros de votación y más de dos millones trescientos mil ciudadanos acudieron a las urnas. Más del 80% votaron por la independencia, lo cual era de esperar puesto que los partidarios de No o de la opción intermedia, acudieron a votar en un número muy reducido.

 

En todo caso, la jornada fue un éxito indiscutible que, sin duda, reforzó y mucho al president Mas.

 

Creo que en Madrid sorprendió y asustó el volumen de ciudadanos que acudieron a las urnas y en lugar de iniciar un proceso de diálogo buscando una solución política, reaccionó una vez más presentado una denuncia contra el president y dos miembros más de su gobierno. Un problema político –el encaje de Catalunya en el Estado Español- se convertía así en un problema judicial.

 

El Fiscal General admite la denuncia y la traslada a los fiscales de Catalunya que, al contrario, consideran que no encuentra razones jurídicas para la misma. A pesar de ello el Fiscal General puede imponer su opción y así llegamos al 21 de noviembre en el que se presentó la querella.

 

¿Consecuencias?: Un movimiento de adhesión entusiasta al President Mas y un número de independistas que crece cada día.

 

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Cualquiera con un mínimo de sentido político calificará esta querella como un grave error político por parte del gobierno de Rajoy en un momento en el que su partido está en horas bajas y en el que incluso el nuevo secretario general del PSOE apoya cambios en la estructura del Estado.

 

Son tiempos políticamente convulsos en los que ha entrado en crisis el modelo nacido de la transición hacia la democracia después de los 40 años de dictadura. Los dos partidos, PP y PSOE, que han gobernado España desde entonces, tienen previsiones de votos muy alejados de las mayorías absolutas y con un nuevo partido, Podemos, que aparece como regenerador de una situación en la que cada día se descubre un nuevo caso de corrupción y que, a juzgar por las encuestas, podría situarse muy cerca de ganar las elecciones. Por cierto que Podemos se ha declarado partidario de celebrar un referéndum en Cataluña.

 

Una observación: ha muerto la Duquesa de Alba y la tonadillera Isabel Pantoja ha entrado en la cárcel por blanqueo de capitales, dos símbolos de la vieja España “cañí”. Si a ello añadimos la abdicación del Rey y el cambio en casi todas las cúpulas de los partidos históricos mientras aparecen otros nuevos, algo queda claro: en España estamos ante un cambio de época.

 

*Analista política, vive en Barcelona