Leí el titular de la nota, y el sentimiento fue realmente fuerte. Traducido de su versión original en inglés, la historia que apareció en uno de los sitios más prestigiosos en temas de tecnología, Engadget, decía que “El nuevo plan de Sony contempla menos TV y teléfonos y más Playstations”.
La sacudida toma tintes emocionales porque existimos una generación de consumidores de tecnología que crecimos mirando la marca Sony como un gigante, icono de toda una época por el desarrollo de múltiples productos que no sólo marcaron tendencia, sino que se convirtieron prácticamente en el estándar de la vida en convivencia entre el hombre y la tecnología.
El Sony Walkman, marca propia que se volvió un nombre commodity para referirse a los reproductores de audio de la época, sus diferentes líneas de televisiones y pantallas, que eran con opinión unánime, las mejores del mercado, y hasta la Sony Vaio, una marca para quienes buscaban algo más que una simple computadora, un producto con mucho más estilo, con una estrategia parecida a la de Apple, pero con la diferencia de ser realmente interesantes para un público más amplio y no sólo para el nicho de creativos que Apple captaba en esa época. Sony era sinónimo de liderazgo. Sus precios eran más altos que los del resto de sus competidores, algo que solamente se puede hacer si en efecto se es líder y el valor de marca justifica un sobreprecio.
Si usted es un lector joven y todavía no lo dimensiona, la noticia es casi equivalente al momento en que Kodak anunció su salida del negocio de la fotografía. Pero eso era en los años ochenta, noventa y principios de siglo, una historia que en los últimos 10 o 15 años ha cambiado paulatinamente hasta llevar al otrora líder en el mercado de televisores y otros electrónicos, a tomar decisiones como la filtrada esta semana.
¿A qué se debe la decisión de Sony? La primera, y más obvia, a que los resultados financieros de las líneas de producto de las que la empresa desinvierte, no son nada buenos. Sí, es increíble que un gigante como Sony fracase en penetrar un mercado tan boyante como el de los dispositivos móviles, pero la realidad a veces es dura. Las pérdidas en la división de celulares, de acuerdo con Reuters, podrían ascender a mil 700 millones de dólares para marzo de 2015. Desde el punto de vista financiero, no hay forma de sostener un negocio así.
Pero hay más de fondo. Ya en alguna ocasión en este mismo espacio, he compartido los comentarios que gente que laboraba en esta empresa me compartía por ahí de 2002, en particular acerca de Samsung, que en esa época empezaba a ganar algo de mercado y empresa a la que Sony veía como “copiones”. Un copión, honestamente, no desarrolla la posición de liderazgo que hoy Samsung ostenta precisamente en el mercado de teléfonos inteligentes y de pantallas de televisión. Visto de otra forma, a principios de siglo empezaba una ceguera de negocios, de una empresa muy tradicional acostumbrada a moverse bajo ciertos paradigmas, incapaces de reconocer que el mundo de la electrónica de consumo empezaba a cambiar, y que había que volverse mucho más ágiles, flexibles y abiertos. Ninguna de las tres prácticas operativas fue entendida por la empresa japonesa.
La situación futura, haciendo a un lado las nostalgias, es preocupante. Quizá Sony no tiene de otra, pero también se está quedando en una situación de extremo peligro. Si bien Playstation es una línea de negocio muy lucrativa, no sólo por lo que genera la venta de las consolas y los videojuegos, sino porque Sony extrae ganancias de otros servicios como música, series y películas, donde tiene también una fortaleza, la estrategia se queda trunca en una era donde el usuario quiere encontrar lo que consume no sólo en su consola de video, sino en su computadora (de donde Sony ya salió, recordemos la venta reciente de su línea Vaio a un fondo de inversión japonés), su tableta y… ¡sí! ¡Su teléfono móvil y su televisión!, donde Sony ha decidido no enfocarse más.
Pero si eventualmente, como ha acontecido en la industria de los videojuegos, Playstation, que parece ser el eje alrededor del que girarán las estrategias de Sony, pierde posiciones frente a sus competidores, podría estar frente a una caída de la que será muy difícil levantarse. Al menos, al nivel de aquella gran empresa de finales del siglo pasado.