Prolífico y vanguardista, consagrado narrador, poeta, ensayista y traductor perteneciente a la llamada Generación de los 50, José Emilio Pacheco fue homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
El presidente de la FIL, Raúl Padilla López, recordó este domingo al poeta (1939-2014) como un destacado autor de las letras nacionales, cuya obra tiene “la generosidad de lo básico”.
Destacó además el desafío de aventarse en lo construido a partir del rigor, la audacia de la experimentación, la elegancia de lo pulcro y la valentía de los llamado al compromiso social.
Laura Emilia Pacheco, hija del homenajeado, dio lectura a un texto de Vicente Quirarte en el que calificó la pérdida del autor de “Las batallas en el desierto” como “uno de los mayores desastres que le pasó a México y a la lengua”.
“Ante su partida súbdita, injusta, inconcebible, nos queda su enorme herencia”, señaló Quirarte, que luego de definirlo como un “gran educador” y uno de los maestros de lectura porque sus palabras nacieron para formar sucesivas generaciones de lectores, lamentó su perdida.
En la intervención a cargo de Laura Emilia, el también poeta y escritor mexicano recordó a Pacheco como un personaje fiel a su humildad y su orgullo que supo conducirse de manera ejemplar.
El genio de la vida y obra del Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2009 son reacciones que nunca se dejaran de agradecer, atesorar y preservar, añadió Quirarte, que también refirió que hace falta su “conciencia moral, su inteligencia crítica y corteza división para que la memoria siga siendo la mejor arma de la historia”.
En su texto comentó que Pacheco llegó al mundo con avidez, talento y resistencia, elementos que le permitieron sortear las tentaciones ofrecidas a un joven de su naturaleza.
Recordó que cuando tenía 27 años, y con apenas dos libros publicados, “Los elementos de la noche” y “La odisea infantil en la prosa impecable del viento distante”, el joven escritor ya era dueño de su voz, pero aún más difícil, de una conciencia moral y una exigencia estética que no la abandonaron a lo largo de 42 años de su existencia y donde su trabajo tuvo un crecimiento orgánico y cualitativo.
Consciente de que el arte no se hace con buenas intenciones, Laura Emilia leyó de Quirarte, los diálogos de Pacheco fueron, son y serán notables.
José Emilio, dijo, fue desde siempre, el principio y el nosotros que queremos ser, ‘una primera persona deliberadamente borrada y compartida.
Consideró que no existe lector alguno que no se haya enamorado de las palabras de José Emilio y vivido el esplendor y decadencia de la capital mexicana, en el que Pacheco fue un gran cronista y poeta.
Por su parte, Álvaro Uribe hablo de la amistad que tuvo con José Emilio durante 34 años, a quien conoció en 1980 y de quien dijo que en esa época “ya era una celebridad”.
“Yo tenía 27 y toda mi obra constaba de 15 prosas breves y deseaba pertenecer el gremio literario, por editar en París con otros latinoamericanos apenas mayores y tampoco muy prolíficos, una revista bilingüe en español y francés”, recordó.
Uribe mencionó que la primera vez que vio a José Emilio fue al final de lectura de poesía en la Casa de América Latina, donde varios poetas mexicanos participaron en unas jornadas literarias en Francia y leyeron sus textos con diversos grados de teatralidad.
No así Pacheco, quien años más tarde se convertiría en un conferencista prodigioso aunque apenas 12 años antes era apenas capaz de enfrentarse al público, dijo Uribe.
Señaló que la conversación que entabló en aquel entonces con el poeta no ha terminado, luego de 34 años, y comentó que un día después de ese encuentro le pidió que colaborara en la Revista Bilingüe.
Tras recordar la amistad con el ganador del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes en 2009, Uribe reiteró que ésta se prolongó por más de tres décadas «y no ha terminado ni siquiera hoy”.
En su oportunidad, el académico Rafael Olea Franco hablo del éxito que tuvo “Las batallas en el desierto”, obra cumbre de Pacheco.