Seguramente el presidente Enrique Peña Nieto nunca imaginó llegar al término de su segundo año de gobierno bajo una encrucijada como la actual. Pero el mayor riesgo al que se enfrenta es él mismo. Y es que el desdén de una situación como la actual, lo llevaría a no hacer nada o hacer lo mínimo para transitar la coyuntura.
“Yo no sé si sabe en dónde está el timón”, me respondió sarcásticamente Lorenzo Meyer, investigador del Colegio de México, a la pregunta sobre los potenciales golpes de timón que daría el Presidente en los días que vienen. “Sería hacer una espectacular limpia de su gobierno, cambios en el gabinete y colgar a los corruptos en las plazas públicas”, me dice figuradamente el profesor emérito del Colmex.
También conversé con Andrew Selee, vicepresidente Ejecutivo del Wilson Center en Washington, para un reportaje de Arena Pública. “No sólo es Ayotzinapa -que es un recordatorio de lo que todos sabíamos- sino también lo del tren y la casa presidencial (la llamada ‘Casa Blanca’)”. Y es que para Selee estos últimos asuntos dañan directamente el compromiso del Presidente con el combate a la corrupción y “esas son cosas que quizá van a ser nota a la larga” en el exterior.
“Creo que se tiene que ver un gobierno activo en castigar a los culpables de la corrupción”, me dice. “Tiene que haber investigación, procesos judiciales, castigos y no sé si estamos viendo eso en este momento”.
Para Meyer un golpe de timón efectivo del gobierno sería casi un milagro. “Lo único que espero es algo que me sorprenda, que pase algo que no he imaginado, algo positivo… pero es muy estúpido estar pendientes a que la fortuna nos salve; tener un procurador independiente, atacar la corrupción sí; pero quién, cómo, cuándo, hasta qué punto se puede hacer eso”.
Sin embargo -después de escuchar al Presidente el jueves pasado- el riesgo mayor es el silencio, la apuesta al control de daños o la oferta de cambios para no cambiar. Ya el gobierno decidió encarcelar a Elba Esther Gordillo bajo la promesa de realizar reformas a fondo en la educación pública -uno de los grandes pendientes del país- y, sin embargo, los cambios prometidos aún no han llegado.
“El riesgo es que se piense que es una tormenta que va a pasar”, le dice Luis de la Calle a Arena Pública. “Hay una oportunidad para realmente transformar la forma de cómo funciona la política en México, pero el riesgo es que no lo hagamos”.
Y es que “el gobierno está desaparecido”, escribe Luis Rubio en Reforma. “Ni siquiera hay un intento de conducción… incluso en aquellas instancias en que ha respondido, su respuesta ha sido evasiva”.
De la Calle reconoce que el Pacto por México fue un logro de la negociación política que perjudicó a poderosos grupos de interés. “Ahora necesitamos hacer lo mismo, pero contra los intereses de los partidos. Necesitamos hacer dos cosas -propone de la Calle, quien participó en la negociación del TLCAN: Un pacto ciudadano para la construcción de un país moderno y reformas que van, de alguna manera, en contra de los intereses de la clase política”.
Pero no todos están convencidos de que hacerlo sea posible ahora, entre ellos el doctor Lorenzo Meyer para quien hay una grave ausencia de liderazgo ciudadano. “Cuando tuvimos una oportunidad magnífica, de oro, fue en el año 2000 y se desperdició. Quienes pudieron, la desperdiciaron de una manera miserable”, se lamentó Meyer.
Así que el segundo cumpleaños del gobierno de Peña Nieto llega en medio de una tormenta perfecta, como la ha sugerido Luis Rubio; con los riesgos que ello implica. (El reportaje completo se publica en www.arenapública.com)