NAIROBI. Cerca de cinco millones de niños no pueden ir a la escuela por culpa de la epidemia de ébola que asuela Guinea, Liberia y Sierra Leona, lo cual pone en riesgo no solo su futuro educativo sino también su estabilidad emocional.
“Los niños que no van al colegio tienen más probabilidades de sufrir violencia doméstica, violaciones, matrimonios forzados y muchas otras situaciones que ponen en riesgo sus vidas”, denuncia un informe publicado hoy por la organización Global Business Coalition for Education (GBCE).
Según añadieron desde Unicef, reabrir escuelas y poner en marcha otra vez el sistema educativo en medio del caos actual es un reto complicado, si bien no puede aplazarse hasta que la situación esté bajo control.
“Estos tres países ya tenían uno de los índices educativos más bajos del mundo antes del brote y ahora existe un riesgo muy elevado de que el ébola destruya todos los avances conseguidos en los últimos años”, declaró a EFE la especialista en Educación en Emergencias de Unicef, Sayo Aoki, que se encuentra en Dakar.
No existen protocolos
Cuando un estudiante pierde un año o más de clase se incrementa de forma significativa el riesgo de que abandone sus estudios para siempre, por lo que es vital que los diferentes gobiernos y las agencias internacionales se coordinen para buscar soluciones a corto y largo plazo.
“Es muy importante que los niños vuelvan a la escuela cuanto antes para que recuperen la sensación de normalidad y puedan mitigar el trauma causado por el fallecimiento de sus padres o parientes cercanos”, advirtió Aoki.
El mayor problema es que todavía no existe un protocolo unificado para que las aulas puedan reabrir de forma segura, y Unicef trabaja a contrarreloj para establecer unas medidas preventivas básicas.
“Hay que hacer un trabajo previo muy meticuloso, porque si no se hace bien se pondría en riesgo a los niños que acudan a las escuelas y supondría un nuevo paso atrás en la lucha contra el virus”, explicó.
Entre las medidas que se han acordado ya destacan la toma de temperatura a los colegiales, que éstos se laven las manos con jabón varias veces al día y que cada centro tenga un hospital de referencia al que derivar a pacientes sospechosos.
Cierre de aulas tiene un impacto mucho mayor en las niñas
Según el informe de GBCE, el cierre de las aulas tiene un impacto mucho mayor en las niñas, pues “muchos padres perciben que el matrimonio es la mejor manera de proteger y asegurar un futuro para sus hijas”.
En una escuela de Sierra Leona, por ejemplo, varias chicas de sexto curso se han quedado embarazadas en los últimos meses y algunas familias ya están planificando sus matrimonios, por lo que sus posibilidades de volver a los pupitres son casi nulas.
Mientras los centros educativos permanecen cerradas, Unicef ha puesto en marcha un programa para que los profesores puedan actuar como agentes de movilización social y ayudar a concienciar a la población local.
“Los profesores son personas que gozan de la confianza de la gente y pueden ser una herramienta muy útil para que conozcan los riesgos que entraña el ébola y cómo pueden prevenir más contagios”, señaló Aoki.
Por ahora ya han formado a seis mil profesores en Liberia, a los que próximamente se sumarán otros cinco mil, y un programa muy similar en Sierra Leona ha logrado captar a otros 7,200 docentes.
Para complementar la labor de los profesores, Unicef intenta colaborar con los gobiernos de Liberia, Guinea y Sierra Leona para que las emisoras de radio emitan programas especiales para que los niños puedan aprender nociones básicas de salud e higiene.
En Sierra Leona ahora mismo hay 41 emisoras y una cadena de televisión que han empezado a emitir programas en los que se imparten las principales asignaturas, aunque no es exactamente lo que pretenden conseguir.
“En octubre Liberia también puso en marcha un programa educativo para niños”, comentó la especialista, “pero queremos que sea un espacio más participativo e interesante y menos académico, ya que la radio no puede sustituir a la escuela”. DE