Hace exactamente un año, en su edición del mes de Noviembre del 2013, la prestigiosa revista tecnológica Wired, contó la historia de Paloma, una niña de Matamoros, Tamaulipas, quien a pesar de las muchas variables de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades en contra, ha salido adelante e impresionó por su alto desempeño en Matemáticas. Una historia real, bien contada y perfectamente fundamentada, en la que por cierto profundizando, podía apreciarse que más que Paloma, la gran estrella de la historia era su maestro, Sergio Juárez Correa, responsable del innovador método de enseñanza que hizo florecer los maravillosos resultados de Paloma.
A partir de aquel momento, no son pocas las ocasiones en que he visto notas hablando del “siguiente Steve Jobs mexicano”, publicadas incluso en diarios de circulación nacional. Me temo que estamos frente a un nuevo caso de práctica de un deporte muy extendido en el territorio nacional, la búsqueda de héroes que sacien nuestra necesidad de significar algo más mediante la autocomplacencia.
¿Es posible pensar que en México, además de Paloma, exista otro Steve Jobs? Por supuesto que sí, y no uno, sino varios más. Lo que es importante es poner las cosas en su justa dimensión. Steve Jobs no se forman por generación espontánea. Steve Jobs existen uno en cada tanto de tiempo. Como Einstein, Newton, Stephen Hawking, o hablando de artes, como Van Gogh o Dalí. Son genios, no jóvenes entusiastas que tienen una idea sí, interesante y disruptiva, pero que están muy lejos de representar lo que el fundador de Apple fue. Es ocioso, y banaliza el significado del apellido “Jobs”.
Como comenté en un inicio, buscar a un Steve Jobs por buscarlo, puede llevarnos a creer una falsa historia que poco ayudará a desarrollar el conocimiento tecnológico y la innovación en el país. Haciendo una analogía deportiva, es la historia que lamentablemente llevamos muchos años viendo con la Selección Mexicana de Futbol: hay todo un aparato que se empeña en enfatizar que tenemos jugadores de clase mundial, que ocupan plazas en los equipos de futbol más importantes en Europa (aunque sea sentados en la banca), que podemos soñar en demostrar cómo ha avanzado ese deporte en nuestro país, y que estamos para pelear “de tú a tú” con los mejores del mundo. La frase ya es trillada, pero sean peras o manzanas, la Selección Mexicana no avanza del llamado “Cuarto partido” en un Mundial de Futbol. ¿Se podría lograr algo más? ¿Existe el potencial? Sí, pero para ello hay que trabajar mucho más allá del sistema que nos hace pensar esto, tal y como no debería ocurrir con los sueños de tener más Jobs.
Para contribuir a la discusión sobre el siguiente Steve Jobs, abonaría más voltear a ver cómo se incrementan las ridículas inversiones en Ciencia y Tecnología de nuestro país, de qué forma se llenan los huecos en la deficiente educación, la forma en que el país valora más la innovación, un gobierno que impulse al emprendedor digital y no lo ahogue con trámites, burocracias e impuestos, y una política que evite la fuga de cerebros. Entonces sí, no habrá necesidad de buscar a los Steve Jobs y llenar las páginas de los medios de falsas promesas. Ellos saldrán a la luz por sí solos.