La desunión iberoamericana ha sido la constante durante el tiempo contemporáneo. Si Carlos Salinas de Gortari y el rey Juan Carlos proyectaban la reunificación a través de un foro, Hugo Chávez reventó tal intención; si México y España le colocaron un micrófono regional al dictador Fidel Castro, su hermano, Raúl, apostó por el reclutamiento de Chávez para reventar encuentros.
La degradación de la Cumbre Iberoamericana generó boicots con aromas ideológicos. Por ejemplo, el año pasado, en Panamá, la mitad de los 22 invitados decidió quedarse en casa. Evo y Nicolás levantaron la bandera cubana para rechazar la invitación. Si no va Raúl, no vamos nosotros. Diez meses después José Antonio Meade viajó a La Habana para invitar a Raúl a Veracruz. Unas semanas después hizo lo propio el español José Manuel García-Margallo. Castro llegará a Veracruz portando una corona de laurel flanqueado por su tropa, Evo y Nicolás.
A casi un año de las represiones política y judicial venezolanas, Nicolás llegará maduro a Veracruz. En sus manos traerá la cabeza de Corina Machado, su reciente blasón antidesestabilizador.
Si Edward Snowden reveló los passwords favoritos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Nicolás espió el Gmail de Corina por vanidad. Machado fue expulsada de la Asamblea por Diosdado Cabello, el presidente de la misma, quien por cierto prefiere transferirle el control a Maduro porque es él quien conversa con Hugo Chávez a través del mundo animal. Así, jueces y la mayoría de legisladores se ponen a las órdenes de Nicolás. Ahora, el hacker Maduro acusa a Machado por participar en un complot que terminaría con la vida de Nicolás.
Terrorismo, traición a la patria, instigación pública y magnicidio: la cajita infeliz que Corina tendrá que cargar durante algunos años.
Pero en Veracruz Nicolás se tomará la foto como si nada sucediera en su país. Para Maduro lo importante es incentivar a los venezolanos a cerrar filas por su causa porque el imperio lo quiere derribar. Entiéndase imperio como el conglomerado de fuerzas marcianas, derechistas, por supuesto, que por envidia a su sapiencia intentan cercarlo.
Poco importa que el dólar paralelo alcance en el mercado un récord de 26 veces el cambio oficial por la caída del precio del petróleo. Sesenta días atrás del dólar paralelo rompía el techo de los 100 bolívares, ahora se encuentra en 158. El otro dólar, el de la fantasía, porque no existe en el mercado, se encuentra en 6.30 bolívares, 26 veces menos que el paralelo, que sí es real.
Nicolás Maduro no ha explicado la ubicación de tres ciudadanos mexicanos que viajaban en el interior de un avión destruido en Venezuela el 4 de noviembre del año pasado. Mientras que el ministro de Exteriores Elías Jaua caminaba sobre la alfombra roja del edificio de Relaciones Exteriores sobre la avenida Juárez, Vladimiro Padrino, jefe de un comando militar venezolano tuiteaba una fotografía que hacía las veces de trofeo para su país: el avión calcinado. El apelativo del Chapo surgía en filtraciones. Sobre los tres mexicanos nadie supo. Después de un año, tampoco. ¿Se encuentran compartiendo celda con Leopoldo López? ¿Regresaron a México? ¿Viven? ¿Venezuela les ofreció trato diplomático?
El lunes, en Veracruz, otra vuelta de tuerca intentará revivir a la Cumbre: la educación, la innovación y la cultura serán los tres ejes torales siempre y cuando el cínico evite un show más.