Se trata de una oquedad de 300 metros de diámetro poblada de miles de golondrinas y periquillos que dan vueltas y vueltas cuando se precipitan al interior dando la impresión de una monumental cascada sonora.

 

Se considera la sexta vertical del mundo con 512 metros de profundidad cuya forma es de campana, es decir a medida que baja se ensancha.

 

Para descender se necesita equipo y entrenamiento especializado como espeleólogo pero vale la pena visitarla solo por admirar esta espectáculo natural.

 

Para llegar se puede por CD. Valles vía Tamazúnchale y Unión de Guadalupe de donde dista solo 30 min.

 

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