Hubo un tiempo en que la Liguilla era sinónimo de emoción y espectáculo. Los gritos de gol inundaban los estadios repletos que esperaban, durante 17 fechas, la fiesta grande para ver explotar a sus equipos. Pasado añorado en el Apertura 2014, así lo dice su raquítica Liguilla que dice que en 12 partidos sólo se han marcado 16 tantos, para un promedio de 1.33 por partido; el más bajo en la historia de los torneos cortos.
Triste herencia del gol de visitante, que en lugar de motivar a los equipos a volcarse al frente ha hecho que los conjuntos salgan medrosos, a cuidar no ser vulnerados y avanzar por la mejor posición en la tabla general. Si no preguntarle a Tigres, equipo que está parado en la final luego de cuatro empates consecutivos, dos en cuartos de final y dos más en semifinales.
Lo peor para el espectáculo más grande es que la cifra de 16 tantos se puede quedar ahí si América y Tigres, los finalistas del torneo, no se hacen daño ni en la ida el próximo jueves en el Universitario, ni en la vuelta el domingo por la tarde en la cancha del Estadio Azteca, igual en el tiempo regular que en los 30 minutos de prórroga, y dejan todo a los penaltis, situación por demás ociosa, ya que pase lo que pase y sin importar los goles que se anoten en esta final, la Liguilla del Apertura 2014 será recordada por ser en la que menos tantos se anotaron.
Y es que nada más recurrir a las Liguillas más inmediatas, las diferencias hacen palidecer al aficionado de envidia y coraje. Por ejemplo, en la fiesta grande de hace seis meses (Clausura 2014) se marcaron 47 goles, los mismos que se anotaron en la del Apertura 2013; una diferencia nada más que de 31 tantos ¡31!, una bestialidad que arrojó un promedio de 3.36 goles por partido, lejano y sin punto de comparación con el promedio de 1.33 de la presente Liguilla.
De hecho, antes de la presente fiesta grande, el promedio de gol más bajo que se había registrado es muy superior al actual y data de la Liguilla del torneo del Clausura 2009, cuando se marcaron 29 goles en los 14 partidos que abarcan desde los cuartos de final hasta la gran final para un promedio de dos tantos por cotejo.
En cambio, el más alto promedio en Liguilla, sin el formato de repesca, extinto desde hace ya varios torneos, corresponde al Apertura 2004, cuando los Pumas obtuvieron su bicampeonato y se marcó la friolera de 54 goles en 14 cotejos para un promedio apenas por debajo de los cuatro goles por partido (3.86 fue la media por cada 90 minutos).
Los tiempos han cambiado, los goles escasean y el cero es la meta. Dónde quedó la fiesta grande del futbol.