Curiosos e inexpugnables los momentos del futbol; sobre todo, impredecibles. Cuando el sábado 13 de septiembre el Real Madrid cayó a manos del Atlético en la jornada 3 de liga, podía esperarse lo peor. No sólo se había perdido ya el primer título de la temporada (unos días antes la Supercopa española a manos del propio cuadro colchonero), sino que se daba por hecho, tan prematuramente, que los blancos estaban fuera de la carrera por la liga –ahí, una estadística contundente: nadie con dos derrotas en las primeras tres fechas se ha coronado jamás en el certamen ibérico.
Más preocupante inclusive que los números era lo que acontecía en la cancha. Toni Kroos parecía incapaz de aportar suficiente recuperación al medio campo merengue, al tiempo que el liderazgo de Xabi Alonso era añorado; de igual forma, James Rodríguez buscaba en vano su sitio y vivía a la sombra de un futbolista muy diferente en cuya sustitución llegó, como Ángel Di María; para colmo, Iker Casillas experimentaba una mini-crisis personal y otra más grande en su relación con las tribunas del estadio Bernabéu que lo abucheaba.
Aquel Madrid tenía muchos males, aunque quizá el mayor era la ausencia por lesión y reaparición a medio-gas de Cristiano Ronaldo. Por mucho que la actualidad sea tan distinta, sin el portugués a plenitud, todo es menos: la productividad, los accesos al área rival, la capacidad depredadora, el gol, la fe.
Visto a dos meses y tres semanas, cuesta creer tamaña problemática y tan apocalípticas sensaciones, porque ese Madrid fue relevado, sin transición alguna, por el más ganador de todos los tiempos: 19 victorias consecutivas desde aquella noche triste de derby.
En el camino ha habido rivales de todo tipo que en común han tenido el ser devorados por el once de Carlo Ancelotti. Hablamos de 71 goles a favor y nueve en contra, para ganar en promedio por 3.3 anotaciones cada partido: una brutalidad; hegemonía en su mayor expresión.
En la Liga de Campeones, todos sucumbieron a ida y vuelta ante el Madrid (Liverpool, Ludogorets y Basilea). En la competición española, fueron sometidos Deportivo, Elche, Villarreal, Athletic, Levante, Barcelona, Granada, Rayo, Eibar, Málaga y Celta. En Copa del Rey, lo mismo sucedió dos veces al humilde Cornellá.
Rachas así implican un sitio en la historia. Por lo pronto, los 18 triunfos del Barça dirigido por Frank Rijkaard han quedado atrás; por delante, aunque todavía a considerable distancia, se vislumbran los 24 duelos que ganó consecutivamente el Coritiba brasileño en 2011: el récord Guinness.
Estadísticas y antecedentes que dicen mucho, pero no tanto como los misterios que se esconden en Su Majestad el balón. Imposible entender sus tiempos, imposible prever sus instantes, imposible intuir el destino que rueda oculto en su interior.
Todo comenzó con un merengue batido, desesperanzado, frustrado…, y ya ven.