Una serie de variables apuntan hacia una ruta de alto riesgo. (1) La desaceleración económica europea y la recesión japonesa incidirán, tarde o temprano, en la dinámica económica estadunidense, con efectos sobre el sector exportador mexicano, el único motor que está jalando la economía. (2) Con el escenario económico anterior y en medio de una clara “guerra” de productores, el mercado petrolero mundial se mantendrá ofrecido con precios bajos durante buena parte del año entrante.
Ello tendrá efectos negativos directos e indirectos sobre las finanzas públicas y sobre las decisiones de inversión de las grandes petroleras en México, obligando al gobierno a flexibilizar los contratos para hacerlos más atractivos, aunque es probable que esto no sea suficiente. (3) Si bien un menor dinamismo económico estadunidense podría retardar la decisión de la Reserva Federal de elevar las tasas de corto plazo, ésta parece ser inminente, lo que acentuará el clima de volatilidad cambiaria en los mercados emergentes, presionando los precios internos y provocando incrementos en las tasas de interés locales.
Una mala noticia para una economía que busca incentivos para crecer. (4) En 2015 la generación de empleos formales será menor que la de este año por un potencial crecimiento económico menor al esperado y por el agotamiento de los programas de formalización implementados en este año. (5) La decisión de Los Pinos de revocar el proyecto de construcción del tren México-Querétaro y el propio tema “Casa Blanca” que involucra directamente al presidente Peña Nieto en un presunto caso de corrupción, retrasará la puesta en marcha de los grandes proyectos de infraestructura del gobierno. (6) El caso de los desaparecidos estudiantes normalistas de Ayotzinapa ha dañado en el exterior el atractivo de las reformas estructurales impulsadas por el presidente Peña Nieto, mostrando las debilidades del Estado de derecho y de la aplicación de la ley en México. Aún es temprano para valorar el daño de estos hechos sobre la inversión esperada a partir de las reformas, pero es probable que se manifieste en algún grado.
(7) La sucesión de hechos recientes y los errores cometidos por su gobierno para enfrentarlos, debilitaron los márgenes políticos del Presidente y exhibieron las flaquezas de sus hombres más cercanos a tan sólo dos años de su gobierno y en una fase crucial de ejecución de las reformas en la que se requiere de una gran autoridad y demostración de experiencia. (8) La caída en la aprobación presidencial, así como las malas calificaciones generalizadas de su gabinete en las encuestas recientes, revela el hartazgo social, particularmente sobre la inseguridad pública y la corrupción, además de la ineficacia en la ejecución de las políticas públicas. En este entorno sería sumamente riesgoso que el gobierno desestimara el clima de hartazgo y desconfianza ciudadana que viene creciendo.
Con todas estas variables sobre la mesa la pregunta que surge es si acaso Peña Nieto efectivamente está preparando un golpe de timón para el arranque de 2015 y con ello cambiar el peligroso rumbo que viene siguiendo este paquete de variables. Claro que ello haría suponer que en Los Pinos existe un diagnóstico preciso sobre la situación actual, sobre los errores cometidos y sobre la gravedad de sus consecuencias.
Pero, ¿cuál sería este golpe de timón? ¿Acaso Peña Nieto planea un cambio drástico en los miembros de su gabinete? ¿Un nuevo gabinete comenzando por Gobernación y por Hacienda, pero también por la Procuraduría General de la República, por su propia oficina de la Presidencia, por Comunicaciones y Transportes, por Sedesol y Pemex, entre otros? Tendría que hacerlo para enviar señales de que está dispuesto a asumir los errores y los riesgos de estas decisiones. Pero sería sólo el principio del golpe de timón de un Presidente en su mayor encrucijada.