LIMA. Desde hace 20 años representantes de cerca de 200 países se reúnen cada diciembre en ciudades de todo el planeta en busca de soluciones a un problema común, el calentamiento global; pero cuando, aproximadamente cada cinco años, llega el momento de alcanzar un gran acuerdo parecen incapaces de lograrlo.
Según estimaciones de Naciones Unidas, entre personas acreditadas y otras que se desplazan para hacer presión, participar en eventos paralelos o manifestarse, las Cumbres de Cambio Climático (conferencias de las partes, COP) mueven en estos momentos a cerca de 50 mil personas, con la consiguiente huella de carbono que esta movilización genera, por más que luego se compense.
La reunión de París 2015 es la siguiente tras Copenhague, en la que los países se proponen alcanzar un pacto global, pero a solo 12 meses, en la cumbre preparatoria de Lima vuelven a demostrar la dificultad de que cerca de 200 estados con realidades diferentes concilien posiciones, a pesar de que la ciencia sobre la gravedad del problema es más firme que nunca, y la presión ciudadana tremenda.
La mayoría de los responsables de las delegaciones nacionales en Lima, Susana Magro (España), Laurence Tubiana (Francia), Todd Sern (Estados Unidos), reconocieron a EFE sentir sobre sus hombros “la presión” de que en París se pueden estar jugando la última partida.
¿Qué pasará si se da mal? ¿Tendrá sentido que Naciones Unidas siga celebrando Cumbres del Clima?
El subsecretario general de la ONU y director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, responde con otra interrogante: “¿Cómo estaría el mundo en diciembre de 2014 si no existiera este marco negociador y no hubiéramos creado el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, el IPCC?
“Aun siendo incapaces de adoptar ciertas decisiones en estas reuniones el mundo esta actuando hoy contra el cambio climático y en parte es gracias a ellas. Estamos viviendo una revolución de las energías renovables, y a quienes piensan que solo son un puñado de turbinas y paneles fotovoltaicos les quiero decir que en 2013 el 50 % de toda la nueva electricidad generada en el mundo fue renovable”.
“¿De verdad hay alguien que piensa que esto hubiera sucedido sin que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático reuniera a los países en un marco común todos los años? Es una plataforma esencial para acordar objetivos a largo plazo”, defiende Steiner.
Kelly Dent, líder de la delegación de Oxfam en la COP de Lima, sostiene que las Cumbres “solo son una pieza del puzzle de las soluciones al cambio climático: un parte importante para catalizar ciertos aspectos, porque reúnen a todos los países, pero solo una parte”.
“El mandato de alcanzar cien mil millones de dólares para financiar la adaptación al cambio climático en los países en desarrollo es absolutamente insuficiente por ejemplo, pero es algo”, asegura.
Dent considera que hay que seguir apostando por estas reuniones “porque son las únicas en las que los países desarrollados y en desarrollo se sientan en la misma mesa en este tema”, y porque implican “presión para catalizar acciones domésticas”.
Al igual que Steiner, opina que el hecho de que el desarrollo de países como Sudáfrica se materialice a través de las renovables y el acceso a ellas sea cada vez más barato es responsabilidad de estos encuentros.
Dos expertos en Cumbres del Clima del movimiento conservacionista, que no se han perdido casi ninguna de las 20 COP, Andrew Deutz de The Nature Conservancy (TNC) y John Lanchbery, de la Royal Society for the Protection of Birds (la organización de BirdLife en el Reino Unido) reconocen que las negociaciones “son tan complejas” que por eso cuesta “extraer” compromisos realmente fuertes.
“Estuve en la primera COP en Berlín y ya era complicado alcanzar consensos cuando la negociación fuerte tan solo era entre quince diplomáticos. ¡Imaginemos ahora con cerca de doscientos!”, subraya Deutz, quien insiste en que, aun así, las COP “son necesarias, por ser las únicas que sientan juntos a los 20 países responsables del 80% de las emisiones con los otros 180 que sufrieran las consecuencias”.
Lanchbery coincide en que “no se puede perder el foro que sienta a ricos y a pobres juntos y el único que existe para establecer mecanismos internacionales para solucionar el problema”.
“Nos gusten más o menos los acuerdos, sin cumbres, simplemente, no los habría”, concluye el portavoz de BirdLife.