SIDNEY. El gerente de un café en Sidney donde un asedio de 16 horas finalizó con un intenso tiroteo el martes recibió elogios por aferrar la escopeta del asaltante, acto que le costó la vida pero salvó las de los demás rehenes y ayudó a poner fin a la situación.

 

Tori Johnson, de 34 años y gerente del Lindt Chocolat Cafe, uno de los 17 rehenes y uno de los dos que murieron, fue recordado por ocuparse de las necesidades de sus empleados. El otro rehén muerto, Katrina Dawson, de 38 años y madre de tres niños, fue recordada como una abogada que enseñaba a los estudiantes a prepararse en simulacros de juicios.

 

Los dos recibieron elogios por su valor luego de informes no confirmados de que se sacrificaron para salvar a los demás rehenes.

 

El arzobispo católico de Sidney, Anthony Fisher, dijo en un multitudinario oficio fúnebre en la Catedral de Santa María, que Johnson aparentemente provocó el fin del asedio al aferrar la escopeta del asaltante, Man Haron Monis, quien murió cuando la policía irrumpió en el café.

 

«Toni aparentemente vio que tenía una oportunidad y aferró el arma. Lamentablemente, ésta se disparó y lo mató. Pero provocó la reacción de la policía y la libertad de la mayoría de los rehenes», dijo Fisher. «Se ha informado que Katrina Dawson estaba protegiendo de las balas a una amiga embarazada. Estos héroes estaban dispuestos a dar la vida para que otros vivieran».

 

La subjefa de policía de Nueva Gales del Sur, Catherine Burn, se negó a hablar sobre las acciones individuales, y dijo que los hechos en el interior del café estaban siendo investigados.

 

«Con el tiempo se sabrá, sin duda», dijo Burn. «Solo quiero decir que creo que cada uno de esos rehenes, cada una de esas víctimas, actuó con valor«.

 

Dawson era madre de tres niños pequeños, Chloe, Sasha y Oliver, y una respetada abogada comercial. Era «una de nuestras mejores y más inteligentes», dijo la presidenta del Colegio de Abogados de Nueva Gales del Sur, Jane Needham.

 

El director general de Lindt Australia, Steve Loane, recordó a Johnson como un «perfeccionista que sentía verdadera pasión por la industria de la hospitalidad y la gente. Su desaparición es una tragedia«.  DM