El fallecido premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, junto a otras personalidades como el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter; el papa Francisco; el ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari y el dictador Francisco Franco, entre otros, fueron protagonistas de las negociaciones para terminar con el desencuentro de 53 años entre EU y Cuba, así como desmantelar planes terroristas en la década de los 90.
Según la narración de William M. Leogrande y Peter Kornbluh en su libro Back Channel, retomada por El País, en 1994 Gabo se presentó en el despacho de Salinas de Gortari para mediar el diálogo entre Bill Clinton y Fidel Castro sobre las restricciones al espacio marítimo.
El 24 de agosto de ese año García Márquez llevó a Cuba el mensaje de que Clinton estaba dispuesto a a negociar la crisis sólo si se ceñía a una cuestión migratoria y no se abordaba el bloqueo de la isla, para cinco días después entregar la respuesta de Castro durante una cena en casa del escritor William Styronen a la que también acudió Carlos Fuentes.
El Nobel intentó seducir a Clinton con las muchas concesiones que había hecho Castro sobre medidas de apertura y retirada de Angola, asegurándole que el cubano tenía una “buena opinión de él”.
Sin embargo, Clinton le pidió advertir a Fidel que Cuba recibiría un respuesta muy distinta sobre la crisis de los balseros de la que recibió de Jimmy Carter, pues ese tema ya le había costado la reelección como gobernador de Arkasnas.
Pese al fracaso de esta negociación, García Márquez tendría un papel decisivo en las negociaciones antiterroristas que se llevaron acabo entre ambos países debido a los atentados a instalaciones cubanas entre 1992 y 1997.
Entonces, Castro pidió al escritor que llevara un mensaje urgente EU, quien entregó un documento llamado Sumario de los asuntos que Gabriel García Márquez puede transmitir confidencialmente al presidente Clinton el 1 de mayo de 1998 en Washington.
Este revelaba una supuesta trama terrorista para derribar un avión con destino en La Habana y con información suficiente para su desmanelamiento.
Aunque Clinton no estuvo presente, Gabo coincidió con uno de sus principales consejeros,Thomas McLarty, quien lo invitó dos días después a la Casa Blanca donde el zar anti terrorista, Richard Clark, consideró una buena idea lo expuesto en el documento, “Tu misión era muy importante. Lo has hecho muy bien”, despidió McLarty a García Márquez.
AH