Doña Cristina se ubica en la misma lista que los otros 16 acusados en el caso Noós; Opinan que afronta hasta ocho años de cárcel, pero la Casa del rey se resiste a condenarla públicamente; Además, una discutida querella en el caso Mas
Acabo de estar 15 días en España y no se habla de otra cosa (bueno, también de casos de corrupción y otros menesteres) más de que se confirmó la acusación a la infanta Cristina por considerar que es cooperadora necesaria por delitos fiscales cometidos. ¿Cuántas mujeres/esposas o hombres/esposos no se han “asociado” –unos bien intencionados, otros no– en negocios en los que realmente la otra parte no sabe o no desea saber lo que sucede en finanzas de cualquier tipo, porque realmente le tienen completa confianza al otro? ¿Ustedes creerían que la Infanta –sabiendo que es hija del rey Juan Carlos I y de doña Sofía de Grecia; todavía su hermano no ascendía al trono como Felipe VI— iba a involucrarse en una situación que manchara la corona de España? Resulta que su marido, Iñaki Urdangarin¿intentó? –y si no lo hizo a tiempo, es un cobarde– un pacto de confesión y con ello pudo levantar un muro de protección para sí y su esposa al confesar los delitos, retornar los fondos y subsanar problemas con Hacienda mientras era inspeccionado. Pero la cerrazón de Iñaki Urdangarin a “reconocer los errores” y su estrategia de defensa lo complicaron todo.
El otro tema: la terquedad de Artur Mas por la convocatoria del informal referéndum independentista del 9—N, en la que es acusado de varios delitos, especialmente del desobediencia a la resolución del Tribunal Constitucional que lo suspendió. Volviendo a la Infanta Cristina, Castro la acusa por los delitos fiscales que cometió Urdangarin, en los años 2007 y 2008. El escrito del juez Castro fija una fianza de 3.3 millones de dólares de responsabilidad pecunariapara doña Cristina. El auto añade, que, en caso de ¿confirmarse? el delito de cooperación necesaria, la hermana del rey Felipe VI sería culpable de ser partícipe a título lucrativo del enriquecimiento de su ¿leal marido? En la Zarzuela tenían claro que era mejor solución para la Monarquía española y para la propia Infanta, que al separarse o de su marido o de la Corona, dejaría de estar en el centro del foco mediático y judicial (¡hasta el fiscal Horrach le otorga el beneficio de la duda!).
Doña Cristina se negó una y otra vez a tomar decisión alguna, por considerar/reflexionar que sería una aceptación implícita de culpabilidad. ¿Doña Cristinatendrá el gesto de renunciar a sus derechos de sucesión? Ahora no le queda más que la renuncia inmediata. Los españoles esperan escuchar de boca del rey una declaración tajante sobre la necesaria regeneración democrática, incluida una explicación sobre la acusación a su hermana. El rey se ha mostrado como un hombre de principios. Por eso, lo que no debe hacer es evitar el asunto, limitándose a aceptar respetuosamente, a través de su portavoz, las decisiones y la independencia del poder judicial. Y el mensaje de él debe ser el siguiente: que los principios que proclama deben aplicarse también a su hermana, aunque ya no pertenezca a la familia real.
Cuando lean ustedes éstas líneas, no sé si ya sabremos que pasara con doña Cristina. Y doblando la hoja, en el asunto de Mas, cuando no se sabe encauzar un problema político y se utiliza el “entramado institucional” para darle carpetazo en el área judicial, se duplica el problema político (esto lo aprendí en la Universidad de Cornell de Nueva York, cuando estudiaba Comunicación e Imagen Pública). ¿Por qué lo anterior?: al desafío original se le suma la evidencia de la incapacidad para encauzarlo sensatamente. Peor aún: se triplica, al dar alas al victimismo nacionalista. Esto es muy lamentable. La judicialización del 9—N es la peor respuesta a las pésimamente estrategias diseñadas por las instituciones autonómicas. ¿Por qué?: vienen a convertirse en reivindicaciones de una parte de la sociedad catalana. ¿A ver qué sucede con la Infanta y el asunto político contra Artur Mas? Y hasta la próxima, ¡abur!