2015 amanece sumamente brumoso. La neblina es espesa y es difícil siquiera ver lo que está delante de la nariz, mucho menos se alcanza a observar lo que viene enseguida. En un año así, la precaución deberá ser la norma antes de sufrir graves descalabros.
La conflictiva mundial se ha acrecentado enrareciendo el clima económico y político por venir. La confusión y el desorden son el pan de cada día en el concierto mundial.
La decepción ciudadana en prácticamente toda Europa ante los nulos resultados de las políticas aplicadas por sus élites gobernantes en los últimos años se ha traducido en fatiga y hartazgo hacia los partidos políticos tradicionales, ganando adeptos aquellos noveles movimientos populistas y radicales que se han multiplicado en el viejo continente ofreciendo peligrosas recetas de salvación para el corto plazo.
El regreso de las diversas variantes de nacionalismos, de neonazismos y de coartadas para cercenar el libre comercio en algunos países del viejo continente, arriesgando el proyecto europeo, ya no son utopías o proyectos políticos marginales como se veían hace sólo unos cuantos años. Serán las elecciones en Francia, Grecia, España y Gran Bretaña, entre otras, las que darán cuenta de en qué medida sus ciudadanos han decidido hacer a un lado a los partidos tradicionales para multiplicar el fenómeno español del movimiento ‘Podemos’.
Enfrente de esta confundida Europa está una Rusia que vive su mayor conmoción económica desde la severa ‘crisis del rublo’ de 1998. Las sanciones económicas aplicadas por el conflicto ucraniano, la fuga de capitales y la caída en los precios del petróleo fue un coctel mortífero para una economía rusa altamente dependiente del sector energético. Ello derivó en un crack de la bolsa rusa el 15 de diciembre pasado y la subsecuente devaluación del rublo que obligó al banco central a elevar su tasa de referencia de 10.5% a 17%, medida insuficiente para detener una grave crisis económica en curso y que resultará en serias afectaciones a la economía global, además de los potenciales efectos negativos sembrados por Vladimir Putin en una tambaleante política internacional con un liderazgo debilitado como el de Barack Obama.
Mientras tanto China -que inmediatamente mostró interés en prestar ayuda a su vecino ruso, como lo ha hecho con Venezuela y Argentina- ha visto cómo en los últimos meses se ha desacelerado su sector industrial por los costos crecientes y un enfriamiento de la demanda. Si bien se espera que el gobierno chino anuncie en breve un paquete de medidas de estímulo, la mayor parte de los analistas estima que la economía china crecerá alrededor de 7% en 2015, afectando a buena parte de las economías emergentes que dependen de las exportaciones de sus materias primas.
A la confusión europea, la crisis rusa y la ‘nueva normalidad china’, se une una economía japonesa en recesión técnica de la que penden grandes dudas sobre su capacidad de recuperación aún y cuando el pasado 27 de diciembre el gobierno del recién reelegido Shinzo Abe aprobó un paquete de medidas de estímulo que muchos analistas consideraron como insuficiente.
En medio de este panorama global turbulento, confuso y desordenado navegará la economía mexicana en este 2015, con una máxima dependencia del derrotero que sigan la industria y el consumidor estadunidenses. Con márgenes de maniobra estrechos, se recrudece la importancia de las políticas fiscal y monetaria.