PARÍS. Francia vive horas de angustia y conmoción tras sufrir el peor atentado en su territorio en más de medio siglo con la masacre perpetrada contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en la que murieron doce personas y otras once resultaron heridas.

 

Los periodistas y dibujantes de la revista eran conscientes de vivir bajo la amenaza de los integristas islámicos tras haber difundido caricaturas del profeta Mahoma, pero pese a ello nunca habían cejado en su defensa de la libertad de expresión.

 

Poco después de las 11:30 de la mañana hora local (04:30 de la mañana de la ciudad de México), su lucha acababa en un baño de sangre sin antecedente alguno en Francia desde la guerra de Argelia (1954-1962).

 

Al menos dos hombres fuertemente armados -aunque el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, aseguró que se busca a tres criminales- irrumpieron en la sede del semanario, en el este de París.

 

Tras matar a una persona en el exterior, se dirigieron a la segunda planta, donde se celebraba el consejo de redacción para preparar el próximo número, y allí asesinaron a sangre fría a ocho periodistas, un invitado y un policía que ejercía de escolta para uno de los responsables de la revista.

 

Los periodistas fallecidos son el director del semanario, Stéphane Charbonnier, “Charb”, y tres dibujantes del semanario, tres verdaderas leyendas de la ilustración satírica en Francia: Jean Cabut, “Cabu”, Bernard Verlhac, “Tignous”, y Georges Wolinski.

 

Los asesinos gritaban “Allahu akbar” (“Dios es el más grande”) y decían “vengar al profeta” (Mahoma) al tiempo que cometían sus crímenes.

 

El fuego de sus armas hizo retumbar la tierra y temblar los cuerpos, como confesó un testigo presencial que vivió la matanza a solo una veintena de metros de donde esta se producía.

 

Ya fuera del edificio, los agresores mantuvieron dos tiroteos con agentes de policía que les dieron el alto, en los que no hubo heridos, pero en una tercera refriega un policía recibió el impacto de los disparos de los fusiles kalashnikov.

 

Malherido en el suelo, fue rematado por los atacantes antes de darse a la fuga.

 

En su huida colisionaron contra un vehículo, lo que les obligó a robar otro y escapar por el noreste de la capital francesa.

 

Las autoridades han decretado el refuerzo del plan de seguridad hasta el nivel máximo, el de alerta por atentado, y se han lanzado a la búsqueda frenética de los agresores, para lo que han pedido la colaboración ciudadana. (Al cierre de la edición la policía no había encontrado a los terroristas.)

 

Miles de franceses salieron a las calles de París para mostrar su repudio a través del silencio, roto de forma esporádica por el llanto de alguno de los seguidores incondicionales de la revista, conocida por su tono provocador y su carácter libérrimo.

 

“Es el día más triste de mi vida. ‘Charlie Hebdo’ es una publicación simbólica para la juventud francesa. Ya no queda nadie que haga periodismo de izquierda”, dijo Hugo, estudiante de secundaria.

 

Esa independencia radical ya los situó como blanco de los intolerantes en 2006, cuando salieron en apoyo del diario danés Jyllands-Posten y publicaron caricaturas del profeta Mahoma, lo que despertó la ira de muchos musulmanes, radicales o moderados.

 

Desde entonces, pese a la protección policial, fueron constantes las amenazas y las agresiones, la última de ellas hace justo dos años, cuando su página web fue hackeada.

 

En noviembre de 2011, la sede del semanario había sido incendiada después de publicar un número sobre la victoria de los islamistas en Túnez.

 

En una caricatura en el último número de la revista, que apareció ayer, su fallecido director, Charb, dibujó el personaje de un supuesto yihadista bajo el texto: “Francia sigue sin atentados”.

 

El terrorista, dedo índice alzado y ojos perdidos, replica en la ilustración a esa noticia, puntualizando: “Tenemos hasta el final de enero para presentar nuestros deseos para el nuevo año…”.

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