Dos rumores han rondado al gigante coreano durante los últimos días.

 

El primero, la posibilidad de que se hagan de la otrora dominante, y hoy decaída empresa canadiense Blackberry, que llegó a ocupar un lugar de privilegio sobre todo entre un segmento de usuarios profesionales que encontraban en éste, el mejor dispositivo para trabajar, así como el que ofrecía los estándares de seguridad de información más altos, sin menospreciar la gran base de compradores que captó a través de su efímero y exitoso Blackberry Messenger, hoy prácticamente suplantado por otros mensajeros, principalmente WhatsApp. El segundo, no por ello de menor importancia, la posible alianza con Microsoft para empaquetar teléfonos Samsung con el sistema operativo móvil de la compañía fundada por Bill Gates.

 

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Samsung se ha vuelto una especie de joya de la corona. Por encima, junto a o casi como Apple, dependiente desde qué perspectiva se vea, la empresa ha demostrado ser simplemente la mejor en desarrollo de teléfonos móviles a través de su serie Galaxy, por no mencionar otros campos como el de las llamadas Smart TV. Por eso es que ser comprado por, o aliarse a ellos, es una de las grandes apuestas por figurar en uno de los mercados de tecnología más valiosos, el de los teléfonos inteligentes con capacidad de conectarse a internet.

 

Para Blackberry, la compra sin duda significaría la posibilidad de sobrevivir, sean cuales sean las intenciones de Samsung, de encontrar inversión que la saque del ostracismo tecnológico en el que decidió entrar; de otra forma, la empresa canadiense está destinada a la desaparición, al menos, de su negocio de dispositivos móviles, mientras que para Microsoft es una gran opción para expandir su mercado a través de dispositivos de alta aceptación, además de ingresar en un territorio que hasta el momento ha sido mayormente aprovechado por su rival tecnológico, Google, empresa desarrolladora del sistema móvil Android, que equipa entre otros, la serie Galaxy de Samsung.

 

Para Samsung, ambas alianzas también le agregarían beneficios. Con respecto a Blackberry, la empresa ha avanzado mucho en el desarrollo de servicios de software de administración empresarial móvil para todos los sistemas operativos. Su buena reputación y experiencia en temas de seguridad, y hasta su liderazgo e identificación con los teclados físicos, algo que todavía algunos usuarios prefieren, podrían agregar valor a los coreanos. Finalmente, la exploración de Blackberry en el desarrollo de tecnología para vestir o wearable, un terreno en el que Samsung también trabaja intensamente, pudiera ser otra variable de empate estratégico entre ambas.

 

En el caso de la alianza con Microsoft, como ya mencionamos, esto reduciría la dependencia de Samsung en Android de Google, además de que le abriría espacio a poder ingresar en mercados más amplios de usuarios, y no solamente los de alto rango capturados con sus ultra sofisticados Galaxy.

 

Beneficio para todos, pero lo que es un hecho es que hoy la palabra “Samsung” significa innovación. Y eso, en el mundo de la tecnología, es poder.

 

No toda la innovación es premiada de la misma forma. El día de ayer se anunció que aunque su disponibilidad no era “oficial”, los lentes Google Glass de la empresa californiana, dejarán de venderse. Algunas de las probables explicaciones giran en torno a potenciales problemas de privacidad por ser un dispositivo que carga una cámara que podría fotografiar o grabar la actividad de personas sin su consentimiento, pero creo que el gran dominio que el teléfono toma como dispositivo de acompañamiento personal, y el alto costo de los Glass, podrían ser también un obstáculo no sólo para esta, sino otras tecnologías que pretendan acompañar a las personas en todo momento. Veremos cómo les va a los relojes inteligentes, por ejemplo.