Su estilo es único, en cuanto a las composiciones y manipulación de imágenes, pues éste viaja a través del realismo abstracto, donde transforma de manera muy sutil, forzando al observador para que busque las alteraciones en cada fotografía. Aunque algunas de estas alteraciones son más drásticas que otras, no son exageradas y son visualmente exitosas.
Para Zejipveld, existe una relación perfecta entre la desnudez y el surrealismo. Juega a través de los telones de fondo, colores suaves, temas interrumpidos y cortes drásticos de ritmo.
Una de las mayores peculiaridades de su trabajo es el uso de capas de acuarela, texturas arrugadas de lona, espejos y materiales que podrían parecer inusuales, pero se sumergen en el mismo proceso de edición que la artista realiza a mano. Es decir, aquí no hay Photoshop, ni trucos digitales. Aisha toma las tijeras y logra crear el efecto que quiera, convirtiendo su trabajo en un proceso de impresión a tiro múltiple que esboza las figuras humanas de manera inusual.
Los fondos de colores cálidos y pastel, así como la fusión de los líquidos y la fotografía, crean la ilusión de cuerpos transformados, modificados. Las imágenes de la artista son un claro ejemplo de un tipo de fotografía conceptual, pero sumamente accesible, de tal manera que la desnudez, como tema central, queda en segundo plano, dejando de lado la vulnerabilidad de los cuerpos, si no imprimiendo con fuerza, más allá de la imagen misma.